Mi
querido Curión, estoy salvado. Nada me proporcionaría mayor placer que el que
se me permita ayudarte a salir de tu apuro económico. Por favor, créeme cuando
te digo que no requiero ningún servicio de ti en pago por el privilegio de
poder ayudarte en este asunto. La decisión queda, pues, por completo en tus
manos.
No
obstante, si quisieras tener la oportunidad de brillar como el más capaz e inteligente
tribuno de la plebe, entonces a mí me honraría pensar que tú te esfuerzas por
cuidar de mis intereses. Como muy bien dices, llevo a los boni alrededor del
cuello como las serpientes de Medusa. Y tampoco tengo ni idea de por qué se han
fijado en mí como blanco durante casi tantos años como llevo en el Senado. El
porqué no es importante, lo importante es el hecho de que verdaderamente yo soy
el blanco a por el que van.
Pero
si queremos bloquear a los boni cuando lleguen las calendas de marzo próximo,
creo que nuestro pequeño pacto debe permanecer en secreto. Y tampoco deberías
anunciar que te vas a presentar como candidato a tribuno de la plebe. ¿Por qué
no te buscas a algún tipo necesitado (pero no en el Senado) que esté dispuesto
a anunciar que desea presentarse como candidato pero que además esté preparado
para retirarse en el último momento? A cambio, desde luego, de unos bonitos
honorarios. Eso lo dejo en tus manos. No tienes más que pedirle a Balbo los
recursos necesarios. Cuando dicho tipo necesitado se retire justo antes de que
comiencen las elecciones, da un paso adelante y ofrécete como candidato
sustituto como si acabases de tener el impulso de hacerlo. Esto te convertirá
en inocente de cualquier sospecha acerca de que estuvieras actuando en favor de
los intereses de alguien.
Incluso
cuando entres en el cargo de tribuno de la plebe, Curión, aparentarás que
actúas por tu cuenta. Si quieres una lista de leyes útiles, te la proporcionaré
con mucho gusto, aunque imagino que no tendrás dificultad para que se te
ocurran unas cuantas que aprobar sin necesidad de mi guía. Cuando introduzcas
tu veto en las calendas de marzo para bloquear el debate acerca de mis
provincias, estoy seguro de que eso caerá sobre los boni como los proyectiles
que lanza un escorpión en la guerra.
Dejo
a tu criterio el idear una estrategia adecuada, no hay nada peor que un hombre
que no dé a sus colegas suficiente cuerda. Pero si necesitas que hablemos de
alguna estrategia, en mí tienes a tu servidor. Sólo quiero que te quede claro
que no lo espero de ti.
Aunque
te advierto de que los boni todavía no han gastado todas sus municiones. Antes
de que accedas al cargo, se les ocurrirán muchas maneras más de hacerte la
tarea más difícil. Y posiblemente más peligrosa. Una de las marcas del
verdadero gran tribuno de la plebe es el martirio. Tú me caes bien, Curión, y
no quiero ver que los cuchillos del Foro centellean en tu dirección, ni cómo te
arrojan desde el borde del monte Tarpeyo.
¿Te
bastaría con diez millones para ser un hombre completamente libre? Si es así,
los tendrás.
En la misma bolsa que lleve esta carta le enviaré otra a Balbo, así que puedes
hablar con él en cualquier momento después de que recibas la presente. A pesar
de lo que parece una tendencia al cotilleo, Balbo es la discreción
personificada, y lo que decide diseminar por ahí ha sido todo cuidadosamente
pensado de antemano.
Te
felicito por tu buena elección de esposa. Fulvia es una mujer interesante, y
las mujeres interesantes escasean. Ella cree con verdadera pasión, y se
adherirá absolutamente a ti y a tus aspiraciones. Pero eso tú lo sabes mejor
que yo. Por favor, dale mis mejores recuerdos y dile que estoy deseando verla
cuando regrese a Roma.
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