EL PASO DEL MAR ROJO |
EL PASO DEL MAR ROJO
Frente a ellos estaba el Mar Rojo. Dios dijo a Moisés:
"Extiende tu mano sobre el mar". Moisés obedeció y las aguas se
separaron formando un muro a ambos lados.
Los israelitas pasaron a pie al otro lado del Mar Rojo sin mojarse.
EL MAR VUELVE A SU CAUCE |
EL MAR VUELVE A SU CAUCE
Una vez hubo pasado al otro lado el último israelita, Dios
ordenó a Moisés que extendiera de nuevo su mano para que las aguas volvieran a
su cauce.
DESTRUCCIÓN DEL EJÉRCITO EGIPCIO |
DESTRUCCIÓN DEL EJÉRCITO EGIPCIO
Por la mañana, los egipcios habían continuado la persecución,
y llegaron al Mar Rojo cuando los últimos israelitas alcanzaban la margen
opuesta. Cuando todo el ejército egipcio había penetrado en el lecho seco del
mar, las aguas se cernieron de repente, pereciendo todos. Así libró Dios a los
israelitas de los egipcios.
EL MANÁ |
Al encontrarse en el desierto, pasaron hambre los
israelitas. Pero una mañana, apareció el
suelo cubierto de una especie de rocío. Moisés les dijo: "Éste es el pan
que el Señor os da para comer".
Todos comieron encontrándole agradable sabor. Este alimento al que
llamaron "maná" no les faltó ninguna mañana durante los cuarenta años
que vagaron por el desierto.
EL AGUA DE LA PEÑA |
EL AGUA DE LA PEÑA
Cierto día en que les faltó el agua, Moisés por orden de
Dios, tocó con su vara una roca, y al punto brotó agua en tal abundancia, que
el pueblo pudo saciar su sed.
MOISÉS SUBE AL SINAÍ |
Tres meses después de su partida de Egipto, llegaron al pie
del monte Sinaí. Plantaron sus tiendas y Moisés subió al monte donde el Señor,
entre relámpagos y truenos le dio su ley. Moisés permaneció cuarenta días en el
Sinaí hablando con el Señor.
EL BECERRO DE ORO |
EL BECERRO DE ORO
Viendo el pueblo que Moisés permanecía demasiado tiempo en
el monte, obligó a su hermano Aarón a que construyese un becerro de oro
parecido al que se adoraba en Egipto. Luego organizaron fiestas y diversiones.
LAS TABLAS DE LA LEY |
Cuando Moisés descendió del Sinaí portando las tablas de la
Ley, y vio que su pueblo se había entregado a la idolatría, rompió las tablas y
ayudado por los que habían permanecido fieles, destruyó el becerro de oro y
exterminó a más de 20.000 idolatras. La cólera de Dios se apaciguó y entregó a
Moisés otras tablas con los Diez Mandamientos.
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