Mi querido Antonio:
Te escribo ésta en los idus de Sextilis, en medio de un
tiempo tan magnífico que desearía que pudieses estar aquí para disfrutarlo
conmigo, y con Cesarión, que te envía su amor y sus buenos deseos. Crece a
pasos agigantados y su contacto con hombres romanos (especialmente tú) ha sido de un gran
beneficio para él. Ahora mismo lee a Polibio, y ha dejado a un lado las cartas
de Cornelia, la madre de los Graco: no hay guerras ni acontecimientos
excitantes. Por supuesto, se sabe de corrido los libros de su padre.
No sé en qué lugar del mundo recibirás esta carta, pero
antes o después lo harás. Uno escucha que estás en Atenas, un momento más tarde
que estás en Éfeso, incluso que estás en Roma. No importa. Ésta es para darte
las gracias por darle a Cesarión un hermano y una hermana. ¡Sí, he dado a luz a
mellizos! ¿Se dan en tu familia? En la mía no. Estoy encantada, por supuesto.
De un golpe has asegurado la sucesión y le has dado a Cesarión una esposa. ¡No
es un milagro que el Nilo rebose de tan abundante!
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