Las ejecuciones se han convertido en un
estímulo para su furia, y ha condenado a muerte a todos los encarcelados
acusados de colaborar con Sejano. Allí se encuentran, separados o en montones,
un sinnúmero de muertos de todos los sexos y edades. No se permitió a parientes
y amigos estar cerca de ellos, llorar su muerte o siquiera mirarlos. Espías
establecieron rondas para anotar a los dolientes que osaban acercarse. Cuando
los cadáveres estuvieron putrefactos, se los arrastró al Tíber, a cuyas aguas
se los arrojó. La fuerza del terror y la crueldad extinguieron la pena.
( Cornelio Tácito )
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