viernes, 11 de enero de 2019

DISCURSO DE SILA EN EL SENADO SOLICITANDO PODERES DE DICTADOR POR ENCIMA DE LOS SEIS MESES, Y POR TIEMPO INDEFINIDO



Algunos no toleráis más de 6 meses de Dictadura, pero yo os digo que en seis meses no habré podido hacer nada. Créeme, padres conscriptos, no quiero el maldito cargo ni un solo día, y menos para toda la vida. Cuando considere que he culminado la tarea, lo dejaré. Pero en seis meses es imposible hacerla.

 

¿Por qué, os preguntáis, cuando los anteriores dictadores de Roma acostumbraban a devolver todos los poderes pasados los seis meses?. Por un sencillo motivo: la situación financiera de Roma es un caos. Para restablecerla debidamente se necesitará un año, quizá dos. Hay veintisiete legiones por licenciar, buscarles parcelas y pagarlas. Hay que hacer que los que apoyaron los regímenes ilegales de Mario, Cinna y Carbón no escapen al castigo. Las leyes de Roma están anticuadas, sobre todo en relación con los tribunales y los gobernadores de provincias. Sus servidores civiles están desorganizados e incurren en letargo y codicia. Se han robado tantos tesoros, dinero y lingotes de los templos, que nuestro Erario cuenta aún con doscientos ochenta talentos de oro y ciento veinte de plata, a pesar de los despilfarros de este año. El templo de Júpiter Optimus Maximus es una pavesa. ¿Continúo, senadores?.

 

No puedo tener poderes de dictador por seis meses y luego volver a solicitar el cargo otros seis meses más. Debo ser dictador para todo el tiempo que necesite. Si fuera para tan sólo seis meses, me encontraría con que tres de cada seis meses me los tendría que pasar contentando a las centurias. ¡ Rogando, dando explicaciones, excusándome, pintándolo todo de rosa, acariciando la bolsa de todos los caballeros comerciantes y convirtiéndome en la puta más vieja y detestable del mundo!. Pues no, senadores, ¡lo haré a mi manera o no lo haré!. ¿Me oís, miserable conjunto de tontos y cobardes hipócritas que se quedan en casa?. ¡Queréis que Roma se recupere, pero reclamáis el derecho inmerecido de hacer de la vida del que va a acometer la tarea lo más angustioso, penoso y servil posible!. Bien, padres conscriptos, decidíos ahora mismo, porque Lucio Cornelio Sila ha vuelto a Roma y si se lo propusiera podría sacudirla en sus cimientos hasta convertirla en ruinas. ¡Tengo en el campo del Lacio un ejército que hubiera podido hacer entrar en la ciudad para echarlo sobre vuestros despreciables pellejos como lobos sobre corderos!. No lo he hecho. He actuado conforme a vuestros intereses desde que llegué al Senado, y sigo haciéndolo. Pacíficamente; por las buenas. Pero estáis poniendo a prueba mi paciencia, os lo advierto con toda amabilidad. Seré dictador cuanto tiempo sea necesario. ¿Está claro? ¿Lo está, señores senadores?


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