Esta horrorosa costumbre que se
ha instaurado tan recientemente cuando yo era pretor en una Roma que la
desconocía no cesará hasta que se hayan restablecido del todo las tradiciones
del mos maiorum y nuestra antigua república vuelva a surgir de las cenizas a
que ha sido reducida. He oído decir que quiero convertirme en rey de Roma. ¡No,
quirites, no lo deseo!. ¿Condenarme los años que me queden de vida a constantes
intrigas, conjuras, sublevaciones y represalias?. ¡No lo deseo!. He servido
mucho tiempo con gran esfuerzo a Roma, y he tenido la recompensa de pasar mis
últimos días libre de cuidados y responsabilidades, ¡libre de Roma!. Por ello,
una cosa prometo al Senado y al pueblo, que no me proclamaré rey de Roma ni
gozaré un solo momento del poder que debo conservar hasta que concluya mi
tarea.
Los cónsules han muerto, y los
fasces deben volver a los Padres, en los almohadones del templo de Venus
Libitina hasta que se elijan nuevos cónsules. Roma debe tener un interrex; en
eso la ley es terminante. El portavoz de la cámara, Lucio Valerio Flaco, es el
patricio decano del Senado, de su decuria y de su familia. Lucio Valerio, tú
eres el primer interrex. Te ruego que asumas el cargo y desempeñes todas sus
funciones durante los cinco días del interregnum.
Antes de que el portavoz de la
cámara tome la palabra en esta reunión, hay un par de cosas que quiero decir.
Roma no corre peligro estando a mi cuidado, y nadie vendrá a causarle mal.
Volverá la ley justa, regresará la República a sus días de gloria; pero eso son
cosas que emanarán de las decisiones de nuestro interrex y no insistiré en
ello. Lo que sí quiero decir es que he tenido a mis órdenes hombres muy
capaces, y hora es de que se lo agradezca. Comenzaré por los que no están
presentes: Cneo Pompeyo, que ha asegurado la cosecha de Sicilia y con ello
salvado a Roma del hambre este invierno... Lucio Marco Filipo, que el año
pasado aseguró la cosecha de Cerdeña, y este año se enfrentó al enviado contra
él, Quinto Antonio Balbo, y le dio muerte en combate. Cerdeña está en nuestro
poder... En Asia he dejado hombres excelentes que cuidarán la provincia romana
más rica y valiosa: Lucio Licinio Murena, Lucio Licinio Lúculo y Cayo
Escribonio Curio... Y aquí, conmigo, están mis más fieles seguidores en
momentos difíciles y desesperados: Quinto Cecilio Metelo Pío y su legado Marco
Terencio Varrón Lúculo, Publio Servilio Vatia, Cneo Cornelio Dolabela el viejo,
Marco Licinio Craso...
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