Cuando van al teatro, a los romanos les gusta llorar en las tragedias,
aunque prefieran los bailes, las comedías y reír a carcajadas mientras siguen
el espectáculo. Somos una raza muy carnal. Ni siquiera hacemos preguntas o
desafiamos a los dioses, como hacen los griegos. Estamos satisfechos con la
vida y no renegamos de ella con tal de que tengamos bastante de comer y de
beber, un buen alojamiento, concupiscencia y todas las otras delicias del
cuerpo. Somos fáciles de complacer y nos regocijamos de nuestro placer. Nos
gustan las mujeres, los gladiadores, los deportes, los cantantes, los
danzarines, las tabernas y las joyas, los buenos caballos, los carros
adornados, las alfombras suaves, en fin, la buena vida. Sólo deseamos que los
dioses sigan en el Olimpo y se abstengan de mezclarse en nuestros asuntos.
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