El Discóbolo es la denominación convencional de una
famosa escultura griega realizada por Mirón de Eléuteras en torno al 455 a. C.
Representa a un atleta en un instante anterior al lanzamiento del disco. Se
encuentra en el museo de las Termas de Roma.
Mirón representa el cuerpo en el momento de su máxima
tensión y esplendor; ese esfuerzo no se refleja sin embargo en el rostro de la
estatua, que muestra solo una tenue concentración. La torsión del cuerpo es
vigorosa, pero al mismo tiempo armoniosa y delicada. Todo el cuerpo está echado
hacia delante, para producir con el balanceo posterior el impulso necesario
para poder lanzar el disco.
Como ocurre con la mayor parte de las esculturas
griegas más importantes, no se ha conservado la obra original, seguramente
realizada en bronce, aunque su forma se conoce gracias a varias copias en
mármol talladas en época romana. De entre estas copias, la primera descubierta
en época moderna (1781) es conocida como Lancelotti, y proviene de la Villa
Palombara propiedad de la familia Massimo. Actualmente se encuentra en el Museo
Nazionale Romano, en su sede del Palazzo Massimo alle Terme, al igual que el
Discóbolo de Castelporziano. Otra copia notable, descubierta en 1790, procede
de la Villa Adriana de Tívoli y es propiedad del British Museum desde 1805.
Como detalle singular, tiene la cabeza dispuesta mirando al frente, debido a
una restauración equivocada. Entre abril y octubre del 2009 este ejemplar
estuvo expuesto como préstamo en el MARQ.
Hay quien interpreta que la figura representa a un
amado de Apolo, el héroe Hyakinthos (Jacinto), a quien el dios habría matado de
forma involuntaria con un disco. Después, con su propia sangre habría creado la
flor del mismo nombre. De este asunto existe una pintura de Giambattista
Tiepolo (La muerte de Jacinto, 1752-1753) y una ópera de Mozart (Apollo et
Hyacinthus, 1767).
Salvador Dalí realizó una interpretación surrealista
del Discóbolo titulada El atleta cósmico, que fue utilizada como imagen de la
representación española en los Juegos Olímpicos de México (1968). Como el
gobierno de Franco no llegó a un acuerdo con el artista para pagarle la obra,
fue comprada de forma particular por Anselmo López Fuertes, subdelegado de la
Delegación Nacional de Educación Física, quien a finales de los años 1970 lo
cedió al rey Juan Carlos, que la situó en un lugar destacado de su despacho en
el Palacio de la Zarzuela. En 2013 los herederos del propietario llegaron a un
acuerdo con Patrimonio Nacional por el que han recibido 2,8 millones de euros
por el cuadro
No hay comentarios:
Publicar un comentario