Por las hazañas realizadas, ya por mí ya por mis legados
bajo mis auspicios, con fortuna, el senado decretó en cincuenta y cinco
ocasiones que se suplicara a los Dioses Inmortales. Con todo, los días en los
que se oró por decreto senatorial llegaron a ochocientos noventa. Un total de
nueve reyes e hijos de reyes fueron conducidos delante de mi carro durante la
celebración de mis triunfos. Desempeñaba el consulado por decimotercera vez
cuando escribía esto, y era el trigesimoséptimo año de potestad tribunicia.
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