El divino Augusto mandó al exilio a una hija suya que con su
impudicia había superado la ignominia de esta palabra, e hizo públicos los escándalos
de la familia imperial: los adúlteros habían sido admitidos en masa, bandadas
de desenfrenados recorrían de noche la ciudad, el propio foro y las tribunas,
desde las cuales el padre había promulgado la ley contra el adulterío,
escogidos por la hija para sus fornicaciones... reclamando ella, convertida la
mujer adúltera en meretriz, su derecho a todo tipo de libertinaje bajo el
abrazo de adúlteros desconocidos.
( Séneca )
( Se refiere a Julia la Mayor )
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