( EN LAS
ILUSTRACIONES, ESCENAS DE LA PELÍCULA "HÉRCULES EN NUEVA YORK",
INTERPRETADA POR ARNOLD SCHWARZENEGGER )
En un tratado sobre Hércules ya publicado, el
sabio Pródico se ocupa además de la virtud. Siguen sus palabras como
aproximadamente las recuerdo.
Se dice que Hércules, a penas salido de la
infancia y entrado en la pubertad, se estaba quieto, indeciso sobre el camino a
elegir.
Es la edad en la que los jóvenes, no dependiendo
ya más que de ellos mismos, muestran el camino que tomará su vida, el de la
virtud o el del vicio.
Salieron entonces a su encuentro dos mujeres
adultas. Una de ella, grata a la vista, libre en su forma de ser, ataviada
decentemente, de mirada recatada, de gestos modestos y vestida de blanco. La
otra, descubriendo el cuerpo de delicada piel, estaba tan acicalada de afeites
que se veía más blanca y rosada de lo que era. Su bien erguida actitud
aumentaba su natural altura: de mirada audaz, y ataviada para destacar su
juventud en flor. Se observaba a sí misma siempre, atenta por ver si atraía las
miradas ajenas, frecuentemente inclinada complacida ante su propia sombra.
Habiéndose ambas acercado a Hércules, la primera
se le aproximó, pero la otra, deseosa de ser la primera, corrió hacia el joven
y le habló en estos términos:
"Te veo, Hércules, indeciso del camino a
tomar en la vida. Si haces de mi tu amiga, te conduciré por el camino más agradable
y más cómodo, y nunca te faltará placer alguno, ni tu vida conocerá ninguna
dificultad. En primer lugar, en vez de atender a la guerra y los negocios, no
te ocuparás sino de elegir los manjares y los vinos que te resulten más agradables,
de escoger los medios que más contribuyan al deleite de tus ojos, tus oídos, tu
olfato y tu tacto, de escoger los muchachitos cuya relación te encante más, el
lecho que sea más blando para tus sueños, en fin todos los medios para alcanzar
una felicidad sin sombras. Si te inquietara la necesidad del dinero
indispensable para hacer frente a estos gastos, no temas que hayas de lograrlo
al precio de fatigas y dolores del cuerpo y del alma; antes, gozarás del fruto
de los trabajos de otros, no privándote de nada de lo que pudieras sacar
provecho. Gracias a mis relaciones, te conseguiré que puedas fácilmente obtener
ventajas de todo tipo".
Hércules entonces le dijo: "Mujer, ¿cómo te
llamas?". Y ella dijo: "Mis amigos me llaman Felicidad, pero mis
enemigos, para denigrarme, me llaman Vicio".
En el ínterin, se acercó la otra y le dijo:
"Vengo a ti, Hércules, informada ya sobre
tus padres y de cómo eres, pues te he instruido desde que naciste. Así tengo
esperanzas de que elegirás el camino que conduce a mi, que cumplirás la gran
obra de las bellas y nobles acciones, y que me harás resplandecer ante los ojos
de todos a fin de que, por los beneficios que otorgo, más me estimen y más me
consideran. No te engañaré con que te inicies por el camino del placer, sino
que, en cumplimiento de la ley impuesta por los dioses, te descubriré con toda
verdad todas las cosas tal cual son. De lo que hay de bueno y bello, nada han
acordado los dioses a los hombres sin esfuerzo y sin dedicación. En primer
lugar, si quieres que los dioses te sean favorables, comienza por honrarlos. Si
quieres que tus amigos te estimen, no les mezquines tus favores. Si deseas
honra en la ciudad, séle útil. Si pretendes que toda la Hélade admire tu
virtud, esfuérzate por ser bienvenido en ella. Si quieres que la tierra te de
frutos en abundancia, cultívala. Si te propones enriquecerte en haciendas,
cuida del ganado. Si buscas engrandecerte en la guerra, y quieres liberar a tus
amigos y someter a tus enemigos, te conviene aprender el arte de la guerra de
boca de los que saben, y buscar en la práctica cómo se hace la guerra. En fin,
si quieres ser un hombre fuerte, es necesario que habitúes tu cuerpo a obedecer
al espíritu, y entrenarlo con ejercicios a soportar el sudor de tu frente.
Entonces el Vicio retomando el diálogo le
replicó, según Pródico:
"¿No ves, Hércules, cuán penoso y demorado
es el camino a la felicidad por el que esta mujer quiere llevarte?. Yo te
conduciré a la felicidad por un camino fácil y breve".
Y la Virtud le replicó:
"¡Miserable!. ¿Qué alegría puedes prometes
cuando no propones ninguno de los medios que puede conducir a ella?. Ni siquiera
esperas que nazca el deseo de las cosas buenas; antes de que aparezca, lo
satisfaces por entero; haces comer antes del hambre, beber antes de la sed.
Para manjares delicados, traes cocineros, para deliciosos vinos, los compras nuevos
a alto precio, y, en pleno verano, corres sin resuello por todas partes en
busca de la helada nieve; para reposar blandamente, no sólo necesitas suaves
frazadas, sino también lechos profundos. No buscas el reposo al acostarte, porque
en realidad no has tenido nada que hacer. Antes de sentirlo, excitas por todos
los medios el deseo de amor, y para ello no te privas de hacer uso de hembras y
de varones. Enseñas a tus pupilos a gozar toda la noche del amor, y a dormir en
las preciosas horas del día. Aunque eres una diosa inmortal, los demás dioses
se alejan de ti, y los hombres honestos de tildan de infame. Lo que a todos nos
resulta lo más agradable de oír, que los demás nos elogien, tú nunca lo has
sentido; y lo que es más placentero de ver, tú nunca lo has visto: jamás has
podido contemplar una digna obra producto de tus manos.
¿Quién puede confiar en ti?. ¿Quién te
socorrería en tus necesidades?. ¿Quién osaría cortejarte, si tus cortesanos, en
su juventud son débiles, y en la vejez desvarían y pierden la sensatez?. Estos adolescentes,
en la flor de la edad, han sido educados sin conocer el esfuerzo; debilitados
llegan con sufrimiento a la vejez; avergonzados de sí mismos, abrumados por la
conciencia de lo que hubieran debido hacer, su juventud vuela de placer en
placer, y su vejez no se ocupa de otra cosa que de apartar las molestias de la
edad. Yo soy la que aconseja a los dioses y a las gentes de bien;
ninguna hazaña de dioses o de hombres sería posible sin mi apoyo. Soy la más
honrada entre los dioses y entre los hombres buenos de válidos elogios. Soy
estimada socia de artesanos y artistas, fiel guardiana del hogar para los padres,
auxiliar bienvenida de los servidores, buena colaboradora en el ejercicio de la
paz, sólida aliada en las fatigas de la guerra, la mejor compañera de la
amistad. Mis amigoss gozan de paz, y del agradable placer del comer y beber,
pues saben abstenerse de ellos hasta que les viene el apetito. Más dulce les es
el sueño que a los ociosos que no se han fatigado; y no les molesta interrumpir
el sueño, ni descuidan, por seguir durmiendo, sus obligaciones.
Los jóvenes disfrutan de los elogios de los
mayores, y los ancianos se complacen de las muestras de respeto de los jóvenes,
y se recuerdan con satisfacción de su vida pasada, y aún al presente gozan del encanto
de sus acciones. Gracias a mí, estos virtuosos son amados de los dioses,
estimados de sus amigos, considerados por sus compatriotas. Y finalmente,
llegada la hora fatal de la muerte, no bajan a la tumba olvidados y sin honor,
sino que celebrados en himnos vive su memoria en los siglos futuros.
¡Oh Hércules, hijo de padres excelentes! Tal es
la vida por la cual, tomándote todo el trabajo necesario, te será concedido
alcanzar la felicidad suprema".
Pródico prosiguió en estos términos el relato de
la educación de Hércules por la Virtud, bien que sabía también adornar sus
palabras con expresiones más excelentes que las mías.
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