Ni siquiera puede uno confiar
en la lealtad de sus más caros amigos, ni en la gratitud de aquellos cuya vida
se ha perdonado. La envidia, un intelecto pervertido y hasta una teoría
moralista, tendrían con toda seguridad más fuerza que los sentimientos humanos
más tiernos y generosos. Recuerdo que así sucedió en el caso de Quinto
Sertorio cuando fue asesinado por aquellos que debían de ser sus amigos,
hombres parecían no tener otro móvil que la envidia, pues procedía de
familia menos distinguida que la suya y la evidencia de su enorme
superioridad militar, personal y política, provocaba en ellos celos más que
admiración. Es una perversión de la naturaleza envidiar al grande. Cuando un
conjunto de gente inferior consigue destruir por medio de la traición a alguien
a quien temerían desafiar individualmente y al que tampoco se atreverían a enfrentarse
en una guerra, se rebaja indignamente el género humano. Perpernna y sus
cómplices le asesinaron a traición y de esta manera murió el hombre que, de
todos los que resistieran a Sila, fue incomparablemente el más capaz, el
más valiente y el de mayor visión. Y luego tras ese vil horror, nos queda lo de
"Roma no paga a los traidores".
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
martes, 25 de agosto de 2020
CÉSAR DICE SOBRE LA DESCONFIANZA
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