Quinto Lutacio Cátulo (Latín: Quintus
Lutatius Q. F. Q. N. Catulus; c. 120 – 61 a. C.), también llamado Capitolino,
era el hijo de Quinto Lutacio Cátulo. Fue proscrito por Mario en 87 a.
C. igual que su padre y heredó un odio profundo hacia Cayo Mario, a
consecuencia de ello percibió muchos apoyos de la aristocracia.
En 78 a. C. fue cónsul con Marco Emilio
Lépido que, tras la muerte de Lucio Cornelio Sila, propuso derogar
toda la constitución de Sila, el restablecimiento de la distribución de grano,
la llamada a Roma de los desterrados, y otras tantas medidas democráticas.
Cátulo se opuso a esto vehementemente, teniendo éxito.
Pero Lépido, teniendo un buen contingente
de tropas en la Galia Transalpina, volvió a Roma a la cabeza de un ejército.
Cátulo lo derrotó en el Campo de Marte y en Etruria y Lépido escapó a Sardinia
(la actual Cerdeña), donde murió poco después. Cátulo, aunque leal a su facción
y a sus principios, denunció las prácticas corruptas del Senado y el hecho de
que tuviera el derecho exclusivo de actuar como juez en los procesos penales.
En el año 70 a. C. estuvo en contra de la
iniciativa de Pompeyo para la restauración de los privilegios de los
tribunos. En 67 a. C. y 66 a. C., Cátulo se opuso sin éxito a una nueva
constitución, a las leyes de Gabinio y Manilio, que conferían poderes y mandos
especiales a Cneo Pompeyo Magno. En 65 a. C. Cátulo fue elegido censor con Marco
Licinio Craso como colega y se opuso al deseo de Craso de convertir a
Egipto en tributario de Roma, y tan firme fue en el mantenimiento de su
posición, que al final ambos renunciaron a realizar nada durante su censura.
Durante la conspiración de Catilina
(63 a. C.) apoyó enérgicamente a Cicerón y, según Salustio, quiso
implicar en la revuelta a Cayo Julio César, seguramente por rencor,
puesto que César lo había derrotado en las elecciones a Pontífice Máximo.
Luego, cuando era pretor (62 a. C.) César
le acusó de malversar dinero público destinado a la reconstrucción del
Capitolio que se había quemado durante la guerra civil (año 83 a. C.) y propuso
privarle del cargo de comisario para la restauración de edificios, cargo que
tenía desde la muerte de Sila. Los seguidores de Cátulo presionaron a César,
que retiró los cargos. De esta forma, el nombre de Cátulo se relacionó con el
Capitolio y su nombre quedó inscrito en el templo hasta que fue destruido de
nuevo por el fuego en el reinado de Vitelio.
Según Dión Casio fue Princeps
Senatus en el momento de la lex Gabinia.
A pesar de no ser un político
especialmente habilidoso, Cátulo ejercía una notable influencia sobre los
senadores gracias a su coherencia política y su indudable compromiso de
proteger el Estado. Cátulo murió durante el consulado de Metelo Celer,
en 60 a. C.
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