No te regodees en la sangre, abstente de la
venganza, evita aquellas acciones por las cuales he incurrido en el odio
público, y aprende de la experiencia mejor que del ejemplo de tu predecesor.
Como hombre, he pecado; como pecador, incluso en esta vida, he sido severamente
castigado; pero estos servidores (señaló a sus ministros) que han abusado de mi
confianza e inflamado mis pasiones, se presentarán conmigo ante el tribunal de
Cristo.
( Edward Gibbson en "Decadencia y Caída del
Imperio romano")
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