Augusto combatió contra los
Astures y los Cántabros; pero como éstos ni se les acercaban, resguardándose
siempre en sus picachos, ni se ponían a su alcance, a causa de su inferioridad
numérica y también por usar la mayoría de ellos armas arrojadizas, causándole
además muchas molestias si alguna vez se ponía en camino, ocupando los lugares
favorables y emboscándose en las hondonadas y en los bosques, se encontró en un
embarazo extremo. La fatiga y las preocupaciones le hicieron enfermar y tuvo
que retirarse a Tarraco para reponerse. Cayo Antistio continuó la lucha
y la llevó a un término completo, no porque fuese mejor general que Augusto,
sino porque los bárbaros, despreciándole, salieron al encuentro de los romanos
y fueron derrotados.
Así éste tomó algunas ciudades y después Tito Carisio
conquistó la ciudad de Lancia, que había sido abandonada, y sometió muchas
otras. Terminada esta guerra. Augusto
licenció a los más veteranos de sus soldados y les concedió que fundasen una
ciudad en Lusitania, llamada Emérita Augusta. De los cántabros no se cogieron
muchos prisioneros; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron
soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se
degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un
veneno de común acuerdo, de modo que la mayor parte y la más belicosa pereció.
Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban y
vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron enseguida. Agripa
se trasladó a Hispania. Pues los cántabros hechos prisioneros en la guerra y
vendidos como esclavos, asesinaron a sus dueños y se fueron a sus casas;
convenciendo a muchos, tomaron y fortificaron unas posiciones y se prepararon a
asaltar las guarniciones romanas. Al marchar Agripa contra ellos a éstos pudo
reducirlos rápidamente a la disciplina pero contra los cántabros sufrió
bastantes contratiempos. Pues su esclavitud con los romanos les había dado
experiencia y sabían que, de ser cogidos, ni tan sólo salvarían la vida.
( Dión Casio en "Historia romana" )
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