Oriente no es romano, no piensa en romano. Por
ejemplo, en ninguna parte sino en Roma
los pobres son alimentados a expensas del Estado. Los
pobres del este son considerados como una
molestia, y se les deja morir de hambre
si no pueden permitirse comprar pan. Los
hombres y las mujeres están encerrados en
terribles mazmorras, algunas veces por
ofensas que un romano consideraría dignas
de una nimia multa. Aquellos en la autoridad hacen lo que les place, porque las
leyes son pocas, y cuando se presentan, a menudo resultan ser que se aplican de una manera diferente, según la posición económica o social del acusado.
Los romanos no mandamos a la cárcel por cualquier
crimen. Los delitos menores son resueltos
con una multa, los mayores, incluida
hasta la traición, con la confiscación
de la propiedad y el exilio a una
distancia determinada de Roma. En Oriente cualquiera puede ser ejecutado por un capricho de
la autoridad.
Nuestra civilización es la más avanzada del mundo;
elegimos libremente a los magistrados que
nos gobiernan, y para asegurarnos de que
ningún magistrado comience a creerse
indispensable, su duración en el cargo
está limitada a un año. Sólo en tiempos
de grandes peligros internos acudimos a
prolongar un gobierno más dictatorial. En Oriente los reyes se consideran divinos y tienen poder absoluto sobre sus súbditos.
Las ejecuciones son comunes. Las mujeres no tienen
ciudadanía ni dinero. No pueden heredar, y lo que ganan ha de ser puesto a nombre de un hombre.
Se pueden divorciar de ellas, pero ellas no pueden divorciarse de sus maridos. Los cargos
oficiales pueden ser ocupados por
elección, pero más habitualmente son ocupados por
sorteo, y lo más común es que sea por
derecho de nacimiento. Los impuestos se
aplican de manera diferente a Roma, cada
lugar tiene su propio sistema de impuestos.
Roma no puede gobernar directamente en Oriente. Se
debe gobernar a través de clientes-reyes
. ¿Qué es mejor, senadores?: ¿un gobernador
romano que imponga la ley romana en
personas que no la entienden, que dirige
guerras que no benefician a las
poblaciones locales y que engorda su
propia bolsa, o un cliente-rey que aplica las leyes que su pueblo entiende y a quien no se le permite en absoluto ir a la guerra?. Lo que
Roma quiere del este son tributos, pura y
llanamente. Una y otra vez ha sido
demostrado más allá de cualquier duda que
el tributo fluye mejor de un reino
cliente que de un gobernador romano. Los clientes-reyes saben cómo exprimir
a su gente, los clientes-reyes no provocan rebeliones.
En consecuencia, todo lo que quiere Roma de Oriente
son el comercio y los tributos. Mis disposiciones fortalecerán ambos.
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