lunes, 24 de junio de 2019

EL TRIUNVIRO MARCO ANTONIO INFORMA AL SENADO ROMANO SOBRE ORIENTE


Oriente no es romano, no piensa en romano. Por ejemplo, en ninguna parte sino en Roma los pobres son alimentados a expensas del Estado. Los pobres del este son considerados como una molestia, y se les deja morir de hambre si no pueden permitirse comprar pan. Los hombres y las mujeres están encerrados en terribles mazmorras, algunas veces por ofensas que un romano consideraría dignas de una nimia multa. Aquellos en la autoridad hacen lo que les place, porque las leyes son pocas, y cuando se presentan, a menudo resultan ser que se aplican de una manera diferente, según la posición económica o social del acusado.

 

Los romanos no mandamos a la cárcel por cualquier crimen. Los delitos menores son resueltos con una multa, los mayores, incluida hasta la traición, con la confiscación de la propiedad y el exilio a una distancia determinada de Roma. En Oriente cualquiera puede ser ejecutado por un capricho de la autoridad.

 

Nuestra civilización es la más avanzada del mundo; elegimos libremente a los magistrados que nos gobiernan, y para asegurarnos de que ningún magistrado comience a creerse indispensable, su duración en el cargo está limitada a un año. Sólo en tiempos de grandes peligros internos acudimos a prolongar un gobierno más dictatorial. En Oriente los reyes se consideran divinos y tienen poder absoluto sobre sus súbditos.

 

Las ejecuciones son comunes. Las mujeres no tienen ciudadanía ni dinero. No pueden heredar, y lo que ganan ha de ser puesto a nombre de un hombre. Se pueden divorciar de ellas, pero ellas no pueden divorciarse de sus maridos. Los cargos oficiales pueden ser ocupados por elección, pero más habitualmente son ocupados por sorteo, y lo más común es que sea por derecho de nacimiento. Los impuestos se aplican de manera diferente a Roma, cada lugar tiene su propio sistema de impuestos.

 

Roma no puede gobernar directamente en Oriente. Se debe gobernar a través de clientes-reyes . ¿Qué es mejor, senadores?: ¿un gobernador romano que imponga la ley romana en personas que no la entienden, que dirige guerras que no benefician a las poblaciones locales y que engorda su propia bolsa, o un cliente-rey que aplica las leyes que su pueblo entiende y a quien no se le permite en absoluto ir a la guerra?. Lo que Roma quiere del este son tributos, pura y llanamente. Una y otra vez ha sido demostrado más allá de cualquier duda que el tributo fluye mejor de un reino cliente que de un gobernador romano. Los clientes-reyes saben cómo exprimir a su gente, los clientes-reyes no provocan rebeliones.

 

En consecuencia, todo lo que quiere Roma de Oriente son el comercio y los tributos. Mis disposiciones fortalecerán ambos.


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