Los ludi Apollinares
("Juegos Apolíneos") se instituyeron en Roma durante la segunda
guerra púnica.
El año 213 a. C., las
operaciones contra los cartagineses se estaban prolongando de un modo
desesperante: Aníbal seguía con perspectivas de apoderarse de Tarento, y el
pueblo se esforzaba por conseguir la pax deorum con toda clase de ritos, no
sólo en privado, sino en público y en el mismísimo foro. El escándalo es de tal
magnitud que trasciende al Senado.
Se le encargó al pretor urbano,
Marco Emilio, que tomara las medidas necesarias para dominar la situación.
Éste promulgó un edicto en el que, juntamente con la prohibición
de hacer sacrificios en lugar público o sagrado, con ritos nuevos o
extranjeros, se ordenaba la entrega inmediata de todos los libros de profecías
y de las artes sacrificandi.
Pero el pretor urbano leyó
escrupulosamente todo el material que había caído en sus manos, y entregó a su
sucesor en el cargo el año siguiente, Publio Cornelio Colusa, los carmina
Marciana, que habían aparecido entre los libros requisados, para un análisis
más detenido.
Los carmina Marciana eran dos oráculos, uno ex eventu que
anunciaba la derrota ya sufrida de Cannas, y otro que exhortaba a los romanos a
celebrar unos juegos en honor de Apolo y un sacrificio público como condicio
sine qua non para vencer en la guerra a los cartagineses.
El impacto que causó el
primer oráculo va ligado al grado de desesperación en que se encontraban los
ciudadanos romanos a causa del desgaste provocado por la guerra, por lo que los
ludi Apollinares fueron instituidos consecuentemente en 212 a. C.
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