Camaradas, ya sabéis lo que he
sentido siempre por vosotros. Como sabéis, soy hijo del sumo sacerdote de
Menfis, pero no me dediqué al sacerdocio tras la muerte de mi padre, pues mi
hermano menor me usurpó el cargo ilegalmente. Me refugié con vosotros con la
esperanza de vengarme y recuperar el cargo. Me elegisteis como líder y, hasta
hoy, he tenido como norma no llevarme una parte del botín mayor que el resto de
vosotros. Si se trataba de dinero, me he conformado con un porcentaje igual, y
si se trataba de vender prisioneros, he aportado lo recaudado al fondo común en
la creencia de que un líder tan bueno como creo ser debe asumir la mayor parte
del trabajo pero recibir la misma parte de los beneficios. En cuanto a los
prisioneros, he incorporado a la banda a aquellos hombres cuya fuerza física
podía sernos de utilidad y he vendido a los más débiles; nunca he maltratado a
una mujer, sino que he liberado a las de alta cuna a cambio de un rescate o
simplemente porque sentía lástima de su desgracia, mientras que a las de
extracción humilde, para las cuales la esclavitud más que una imposición era la
forma de vida normal, las he distribuido entre vosotros para que fueran
vuestras sirvientas.
( Heliodoro en "Las etiópicas"
)
No hay comentarios:
Publicar un comentario