El
tratado de paz de Nisibis puso fin a la guerra entre el imperio romano y el
imperio sasánida en 299. Firmado en Nisibis (actual Nusaybin, en Turquía,
refleja la victoria romana en la guerra que enfrentó a los emperadores de la
tetrarquía (en especial, Diocleciano y Galerio) contra Narsés de Armenia.
Las
condiciones en las que se firmó la paz de Nisibis fueron duras para el imperio
persa: éste debía ceder terreno a Roma,
conviertiendo al Tigris en la frontera entre ambos. Además, Armenia volvía a
control romano, con el fuerte de Ziatha como frontera y la iberia caucásica
pasaría también a la esfera de control de Roma. Nisibis, ciudad ahora bajo el control
romano, se convertiría en el único conducto para el comercio entre los dos
imperios, y Roma controlaría también las cinco satrapías entre el Tigris y
Armenia. Dentro de estas regiones estaba el paso del Tigris a través del
Antitauro, el paso de Bitlis (la ruta más rápida en dirección sur hacia la
Armenia persa) y el acceso a la meseta de Tur Abdin. Con estos territorios Roma
contaba con un puesto de avanzada al norte de Ctesifonte y podría ralentizar
cualquier futuro ataque persa en la región.
Tirídates también recuperaba el trono armenio, y Roma aseguraba una amplia zona
de influencia cultural en la región. El hecho de que el imperio fuera capaz de
mantener un esfuerzo de guerra tan constante en tantos frentes a la vez se ha
visto como un signo de la eficacia del sistema de Diocleciano, así como de la
buena aceptación que su gobierno tenía entre el ejército.
La
paz se mantuvo durante algunas décadas hasta el surgimiento de Sapor II en la
década de los años 330.
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