“La victoria en la guerra no depende completamente del número o del simple valor; sólo la destreza y la disciplina la asegurarán. Hallaremos que los romanos debieron la conquista del mundo a ninguna otra causa que el continuo entrenamiento militar, la exacta observancia de la disciplina en sus campamentos y el perseverante cultivo de las otras artes de la guerra”.
Seguramente que Vegecio
Renato debía referirse a la importancia de la disciplina y el entrenamiento del
ejército romano, así como el coraje o la valentía del legionario, y el
perfeccionamiento de las últimas técnicas y tecnologías militares por parte de
sus ingenieros y centuriones. Porque todo esto es mucho más importante que no
el número de efectivos de un ejército de uno u otro bando.
Pensemos que en un ejército
muy numeroso, las tropas que están situadas atrás no luchan y están esperando
turno para ponerse en acción ante el fragor de la batalla, mientras que el
trabajo ( o sea, la lucha) lo están haciendo los soldados que están en primera
fila, que según su mejor o peor preparación serán los primeros que cayendo, o
son los primeros a los que les alcanzan los proyectiles lanzados contra ellos,
y por tanto son los primeros en recibir una muerte segura.
Creo
que Vegecio Renato quiso dar a entender que en el
caso de los romanos, se atribuye la conquista del mundo y la formación de su
extenso imperio, a su continuo entrenamiento militar, a la estricta observancia
de la disciplina en los campamentos y al constante perfeccionamiento de las
otras artes de la guerra, de las que iban aprendiendo por haber ido librando
guerra tras guerra sin cesar. En otras palabras, la clave del éxito militar romano
no fue solo su valentía, sino también la minuciosa preparación y el
duro entrenamiento
constante de sus tropas, así como la rigurosa aplicación de las tácticas, la estrategia, y la disciplina en el campo de
batalla, junto con la aplicación de la mejor
ingeniería militar, y la disposición de lo último en tecnología militar.
Ello
significa, también saber liderar las legiones, empatizar con los soldados,
tomar decisiones rápidas y efectivas tanto en la estrategia de la campaña, como
en la batalla misma,
para adelantarse a los movimientos del enemigo, siendo mucho más rápidos y
veloces para ganar tiempo que permita luego estar en mejores posiciones y tomar
nuevas mejores y más acertadas decisiones. Además in dejar aparte el saber organizar una buena logística y
abastecimiento
suficiente que cubra todas las necesidades del ejército, sin olvidar disponer de suficiente
dispendio militar aprobado por parte del Senado o del emperador, así como
disponer de buenas pagas para los legionarios, y buenas pensiones cuando les
llegara la edad de retirarse de los servicios militares, o les tocara
licenciarse por la ausencia temporal de guerras. Porque no lo olvidemos: no es suficiente con ser los
mejores militares con los mejores medios disponibles, sino también que los
legionarios estén motivados en el sentido positivo de que también van a salir
beneficiados, y no solo en obtener gloria, sino en la garantía de una vida
mejor cuando dejen de prestar leal servicio al ejército de Roma.
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