Fue preguntado una vez el Emperador Teodosio el Grande, sobre qué había de hacer un príncipe para ser bueno. Respondió Teodosio:
“El príncipe virtuoso, cuando hace camino, han de ir sabios con él hablando; cuando come, han de estar sabios en su mesa disputando; cuando prescindiera de sus sabios, ha de estar leyendo; finalmente todo el tiempo que le acompañaran sus sabios le han de encontrar aconsejando; porque no es tan atrevido el caballero que entra sin armas en la batalla como el príncipe que sin aconsejarse de sabios quiere regir el Imperio”.
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