El dicho «Gobernáis el mundo porque os consideráis
inferiores a los dioses» define el sentido de subordinación que
caracterizó a la mentalidad romana. Pero dejemos que Reginald H. Barrow autor
del libro "Los romanos" nos lo
explique en el epílogo de su libro:
(...) Durante
el transcurso de mil años los romanos habían sido disciplinados como ninguna
otra nación de la Tierra y, aunque habían conservado ese sentido de subordinación, habían sido capaces de crear un Imperio de tal trascendencia y
tan fundamentalmente humano como lo fue el romano. Por la obediencia se llega
al poder. El gran don de la obediencia que poseían los romanos produjo con el
tiempo los grandes ideales del derecho
romano. Habiendo asimilado costosamente
esta enseñanza del valor de la obediencia, Roma impuso esos ideales a las
edades posteriores. Los romanos fueron una «nación inspirada por el derecho»,
pero este derecho fue creación suya y se lo impusieron ellos mismos. Al
estudiar las ideas fundamentales de ese derecho se verá que contienen los
ideales y las cualidades de los romanos de los primeros tiempos, ampliados,
perfeccionados y adaptados para su aplicación universal. El respeto por los
valores eternos, por la voluntad de los dioses (pietas),
y su expresión como «justicia» objetiva en las cosas prácticas de la vida
humana; el respeto por la personalidad humana y las relaciones humanas (humanitas),
tanto en la familia como en el Estado o entre los amigos, que se fundaba en el
reconocimiento de la personalidad de cada individuo y cuyo resultado era la
conservación de su libertad (libertas); el respeto por la tradición (mores),
que se aferra a lo que se ha ido transmitiendo de generación en generación,
puesto que contiene una sabiduría acumulada que un hombre solo o una sola época
no pueden proporcionar; respeto por la autoridad (auctoritas),
no como obediencia a un poder superior, sino como reconocimiento del juicio de
hombres cuya experiencia y cuyos conocimientos merecen respeto; respeto por la
palabra empeñada (fides) y la intención expresada, la fe de los romanos
gracias a la cual «conservaban la amistad de sus amigos y de los que confiaran
en ellos», y «la cosa más sagrada de la vida».
El respeto por estas cosas implicaba una formación (disciplina)
que se obtiene en el hogar, en la vida pública, en la vida en general, la
formación que proviene de uno mismo (severitas). Una formación de esta clase crea un sentido de
responsabilidad (gravitas) que hace conceder la importancia debida a las cosas
importantes, de tal manera que, una vez que el hombre ha puesto la mano en el
arado, ni mira hacia atrás ni titubea, manteniéndose firme en su propósito (constantia).
Éstas son las cualidades que formaron el genio romano.
(
Reginald H. Barrow en "Los romanos" )
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