La
Batalla de Fidene tuvo lugar en los años del reinado del primer rey de Roma,
Rómulo, entre el ejército romano dirigido por el mismo monarca y los
fidenenses.
Después
de la fundación de su ciudad, en el Monte Palatino, los romanos comenzaron a
expandirse, y aparecen según Tito Livio "tan poderosos que podían competir
militarmente con cualquiera de los pueblos de su alrededor". Una tras otra
cayeron muchas de las ciudades cercanas; la primera fue Caenina, luego,
Antemnae, y Crustumerium. Los sabinos fueron el siguiente objetivo, y también fueron
vencidos. Los habitantes de Fidenas, que ahora veían a Roma como una ciudad
vecina de poderío creciente, decidieron atacar sin demora, antes de que se
volviera demasiado fuerte para ser vencida.
Según
Plutarco, hay dos versiones diferentes de la batalla:
Roma
fue capaz de capturar Fidenas, haciendo un repentino ataque con un grupo de
caballeros, que habían recibido órdenes de cortar las bisagras de las puertas
de la ciudad, permitiendo a Rómulo aparecer inesperadamente con todo el
ejército.
Los
fidenenses se apresuraron a hacer la guerra contra los romanos, enviando a los
escuadrones de caballeros armados a asolar el campo entre Roma y Fidene, para
aterrorizar a los habitantes de la zona. La
reacción romana no se hizo esperar. El propio Rómulo a la cabeza del ejército
romano, se dirigió al norte, a lo largo del Tíber hasta llegar a una milla de
Fidenas.
Dejando
una pequeña guarnición para vigilar la ciudad, decidió trasladarse con el
grueso del ejército, listo para emboscar al oponente en un lugar cercano,
tranquilo y arbolado.
Rómulo estaba decidido a atraer a los fidenenses fuera de
sus muros, adoptando una táctica temeraria, según la cual los caballeros
romanos irían derechos hasta las puertas de la ciudad, donde simularían un
ataque, replegándose en el momento oportuno, para atraer al enemigo, y hacerle
caer en la trampa tendida por el rey romano.
La
emboscada fue exitosa. Una vez que las puertas de la ciudad
fueron abiertas, el ímpetu de los fidenenses les permitió lanzarse contra el
enemigo y consiguieron tomar las primeras líneas romanas, empujándolas hasta el
lugar señalado para la emboscada, donde el grueso de la ejército romano estaba
escondido. Los fidenenses fueron rechazados por los ejércitos romanos y fueron
hostigados hasta el interior de su ciudad. La guerra estaba ganada.
Según
Plutarco, Rómulo no destruyó la aldea, ni abatió sus cimientos, por el
contrario, Fidenas se convirtió en colonia romana, donde se establecieron 2.500
colonos. La guerra desatada por los fideneses
fue como una "fiebre contagiosa" que azotó a los habitantes de Veyes
que estaban al oeste del Tíber.
La consecuencia inmediata es que Rómulo se vio
obligado a luchar, y se las arregló para vencerles, ocupando el territorio de
Septem pagi (al oeste de la isla Tiberina),10 y obligando a los ciudadanos de Veyes a volver a sus fronteras.
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