sábado, 20 de octubre de 2018

DISCURSO DEL CÓNSUL MARCO MARCIO FILIPO ALEGANDO RAZONES RELIGIOSAS PARA ANULAR LAS LEYES DE MARCO LIVIO DRUSO



Quiero volver a plantear la votación sobre la cuestión de si las leyes de Marco Livio Druso deben permanecer en las tablillas. Comprendo cuánto debe cansaros a muchos de vosotros esta oposición a las leyes de Marco Livio y me consta que la gran mayoría estáis convencidos de que son unas leyes totalmente lícitas. Bien, no voy a rebatir que se observaran los presagios religiosos, que los procedimientos de votación no se hicieran legalmente y que no se hubiera obtenido el consentimiento del Senado antes de proceder a la convocatoria de la Asamblea.

 

¡Sin embargo, hay un impedimento religioso!.  Un impedimento religioso de tal magnitud y presagio que nuestra conciencia nos impide ignorarlo. Por qué los dioses se complacen en cosas así, no sabría decirlo. Yo no soy un entendido. Pero no deja de ser que aunque los augurios y presagios fueron interpretados favorablemente antes de cada reunión de la Asamblea plebeya convocada por Marco Livio, en toda Italia hubo signos que indicaban un notable grado de ira divina. Yo soy augur, padres conscriptos, y para mi es evidente que ha habido sacrilegio.

 

Voy a leeros el rollo que me ha entregado mi secretario tras hacer las correspondientes investigaciones, y voy a leeros lo más relevante:

(...) El día decimocuarto antes de las calendas de enero, el día en que Marco Livio promulgó en el Senado la ley regulando los tribunales y la que ampliaba el Senado, los esclavos públicos se dirigieron al templo de Saturno a adecentarlo para la festividad del día siguiente, puesto que el día siguiente, si recordáis, era la jornada inaugural de la Saturnal, y se encontraron las cinchas de lana que fajan la estatua de madera de Saturno empapadas de aceite, un charco de aceite en el suelo y el interior de la estatua seco. Se acababa de derramar hacía poco, según todos los indicios, y todos coincidieron en que Saturno mostraba su desagrado por algo.

 

(...) El día en que Marco Livio Druso aprobó en la Asamblea plebeya sus leyes sobre los tribunales y la ampliación del Senado, el esclavo-sacerdote de Nemi fue asesinado por Otro esclavo, quien, según la costumbre por la que se rigen, se convirtió en el nuevo esclavo-sacerdote. Pero el nivel del agua en el estanque sagrado de Nemi bajó de pronto un palmo, y el nuevo esclavo-sacerdote murió sin lucha, lo cual es un terrible presagio.

 

(...) El día en que Marco Livio Druso promulgó en el Senado su ley disponiendo del ager publicus, hubo una lluvia de sangre en el ager Campanus y una espantosa plaga de ranas en el ager publicus de Etruria.

 

(...) El día en que la lex Livia agraria se aprobó en la Asamblea plebeya, los sacerdotes de Lanuvium descubrieron que los ratones habían roído los escudos sagrados, portento de lo más aciago, e inmediatamente lo expusieron a nuestro colegio de pontífices en Roma.

 

(...) El día en que el equipo de cinco funcionarios del tribuno de la plebe Saufeio quedó convocado para iniciar la parcelación del ager publicus de Italia y Sicilia, en el templo de la Pietas del Campo de Marte, junto al circo Flaminio, cayó un rayo que causó graves daños.
 

(...) El día en que la lex frumentaria de Marco Livio Druso fue aprobada en la Asamblea plebeya, se comprobó que la estatua de Diva Angerona había sudado profusamente. La venda que le tapaba la boca había resbalado hasta el cuello y hubo quienes juraron que le habían oído musitar el nombre secreto de Roma, complacida de poder hablar por fin.

 

(...) En las calendas de septiembre, el día en que Marco Livio Druso presentó en esta Cámara su propuesta de ley para conceder a los itálicos nuestra preciada ciudadanía, un horrible terremoto destruyó la ciudad de Mutina en la Galia itálica. Este portento, el adivino Publio Cornelio Culeolo lo interpreta como que toda la Galia itálica está irritada por no concedérsele también la ciudadanía. Señal, padres conscriptos, de que si otorgamos la ciudadanía a la Italia peninsular , todos los demás territorios de Roma la reclamarán.

 

(...) El día en que el eminente consular Lucio Licinio Craso Orator me zahirió públicamente en esta Cámara, por la noche murió misteriosamente en su lecho y por la mañana estaba frío como el hielo.

 

Hay muchos portentos, padres conscriptos. He citado sólo los sucedidos en los mismísimos días en que se promulgaron o ratificaron las leyes de Marco Livio Druso, pero os daré una lista suplementaria:

(...) Un rayo causó daños en la estatua de Júpiter Latiaris en el monte Albano, temible presagio. El último día de los ludi romani cayó lluvia de sangre en el templo de Quirino, y sólo allí, ¿no es un signo inequívoco de ira divina? Se movieron las lanzas sagradas de Marte, un temblor de tierra agrietó el templo de Marte en Capua, la fuente sagrada de Hércules en Ancona se secó por primera vez en la historia y ya no mana; en una calle de Puteoli surgió una enorme zanja de fuego y todas las puertas de las murallas de la ciudad de Pompeya se cerraron misteriosamente de golpe.

 

Y hay más, padres conscriptos, ¡mucho más!. Expondré la lista completa en los rostra para que todo el mundo en Roma vea con qué insistencia los dioses condenan esas leyes de Marco Livio Druso. ¡Las condenan!. ¡Mirad los dioses más afectados!. Pietas, que gobierna la lealtad y los deberes de la familia; Quirino, el rey de la asamblea de hombres romanos; Júpiter Latiaris, el Júpiter latino; Hércules, el protector de la potencia militar romana y patrón de los generales romanos; Marte, el dios de la guerra; Vulcano, dueño de los lagos de fuego en el subsuelo de Italia; Diva Angerona, que sabe el nombre secreto de Roma, el cual, si se pronuncia, provoca la ruina de Roma; Saturno, que mantiene la riqueza de Roma y rige nuestro ser en el tiempo.


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