La
batalla de Mursa Major tuvo lugar en 351 entre un ejército romano dirigido por
el emperador Constancio II y las fuerzas del usurpador Magnencio.
Antes
de la batalla, Constancio envió a Flavio Filipo, su prefecto del pretorio
oriental, a negociar con Magnencio, formalmente, para negociar la paz, pero en
realidad para descubrir la fortaleza del enemigo. Filipo les propuso retirarse
y conservar la Galia. Después de esta misión infructuosa, uno de los
comandantes de Magnencio, el franco Claudio Silvano, desertó con sus hombres
para unirse a Constancio. Silvano dirigía un ala fuerte de la caballería de
Magnencio.
La
batalla fue una de las más sangrientas en la historia de Roma, y además la
primera vez que los legionarios romanos fueron derrotados por caballería
pesada. De acuerdo con Zonaras (xiii 8.17), Magnencio perdió dos tercios de sus
tropas, y Constancio la mitad de su ejército, un total de cincuenta y cuatro
mil soldados, en una época en la que el Imperio romano tenía muchos enemigos
externos.
La
batalla también tenía un significado religioso. Magnencio restauró algunos
derechos a los paganos, mientras que Constancio incluso llegó a dejar el campo
de batalla para predicar en la tumba cercana de un mártir.
Magnencio,
que perdió en la batalla a su magister officiorum Marcelino, sufriría
posteriormente una segunda y decisiva derrota dos años más tarde en la Batalla
de Mons Seleucus.
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