Vamos a la guerra. ¡Hay que ir a la guerra, compatriotas
itálicos!. ¡Roma se niega a otorgarnos la dignidad y la categoría a que nos
hemos hecho merecedores con nuestra conducta. Nosotros nos forjaremos un país
independiente que nada tenga que ver con Roma y los romanos, eliminaremos las
colonias romanas y latinas construidas en nuestras tierras y nos labraremos un
destino propio con nuestros hombres y nuestras riquezas!.
Vamos a dar un nombre a nuestro nuevo país: ¡Italia!. Y formar un
gobierno: un consejo de quinientos, formado equitativamente por todos los
pueblos que componen Italia.
Todas nuestras reglas civiles, incluida la constitución, las dictará y aplicará
este concilio italiano, que residirá permanentemente en la nueva capital
Itálica.
Pero como todos sabéis bien, hemos de emprender una guerra contra
Roma para que esta Italia cobre existencia. Por consiguiente, hasta que no se
concluya victoriosamente la guerra contra Roma (¡como así será!) Italia
dispondrá de un consejo provisional o de guerra formado por doce pretores y dos
cónsules. Sé que son denominaciones romanas, pero servirán por su simplicidad
más que nada. Actuando constantemente con el conocimiento y aprobación
del concilio italiano, este consejo de guerra dirigirá la guerra
contra Roma.
En Roma empezarán a tomarnos en serio cuando comencemos a acuñar
moneda y a convocar
arquitectos que tracen el núcleo de una ciudad magnífica. En la primera emisión
figurarán los ocho pueblos fundadores representados por ocho hombres con la
espada desenvainada a punto de sacrificar un cerdo, Roma, y en la otra cara la
efigie de una nueva diosa: ¡la propia Italia!. Como mascota, elegiremos el toro
samnita y como dios patrón el Liber Pater, padre de la libertad, y conduciremos
a una pantera atada con una cuerda como símbolo del modo como domesticaremos a
Roma. Y antes de que transcurra un año, nuestra nueva capital Itálica, que así
llamaremos a Corfinium, tendrá un Foro tan grande como el de Roma, una sede del
consejo con capacidad para quinientos representantes, un templo de Italia mejor
que el templo de Ceres de Roma y un templo de Júpiter Italiae mejor
que el de Júpiter Optimus Maximus, romano. ¡Pronto verá Roma que nada le
debemos!
¡Roma nos encontrará unidos!. Juro esto ante todos los presentes y
ante todos los habitantes de una Italia libre. ¡Agruparemos los recursos en
hombres y dinero, en pertrechos y vituallas!. ¡Y los que hagan la guerra contra
Roma en nombre de Italia trabajarán más unidos que jamás lo hiciera comandante
alguno en ninguna guerra!. ¡En toda Italia esperan nuestros soldados la llamada
a las armas!. ¡Tenemos cien mil hombres preparados para entrar en batalla en
pocos días, y habrá más, muchos más!. ¡En un plazo de dos años,
compatriotas italianos, os garantizo que serán los romanos los que suplicarán
ser emancipados como ciudadanos de Italia!.
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