La
dictadura era una solución antigua a infortunios administrativos, ideada en un
principio a fin de dar libertad a los cónsules del año para que pudieran
contender en una guerra, y los hombres que fueron dictadores en el transcurso
de los siglos en su mayoría fueron patricios. La duración oficial de la
dictadura era de seis meses (lo que duraba la antigua temporada de campaña),
aunque Sila permaneció como dictador dos años y medio, y eso que a él no se le
nombró para dar libertad a los cónsules. Sila obligó al Senado a que lo nombrase
en lugar de los cónsules, y luego hizo que fueran elegidos cónsules sumisos.
Tampoco
era costumbre senatorial nombrar a un dictador para que resolviese infortunios
civiles; para eso, el Senado inventó el senatus consultum de republica defendenda cuando Cayo Graco intentó
derrocar al estado en el Foro en lugar de hacerlo en el campo de batalla.
Cicerón le dio un nombre más fácil, el senatus consultum ultimum. Era
infinitamente preferible a un dictador porque ello, al menos teóricamente, no
le proporcionaba a un solo hombre el poder para hacer lo que se le antojase.
Porque el problema con un dictador era que la ley lo liberaba de
responsabilidades sobre su conducta mientras estaba en el cargo, pues después
no podía ser llevado a juicio para rendir cuentas de algún acto realizado que
sus colegas senadores hallasen odioso.
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