Sila pertenecía a una ilustre familia pero era de una
rama casi echada a perder por la indolencia de sus antepasados; excepcional
conocedor lo mismo de las letras griegas que de las latinas, espíritu
ambicioso, ávido de placeres pero más ávido aún de gloria; se daba a la
disipación en los momentos de ocio pero nunca los deleites le hicieron
desatender sus deberes si exceptuamos que pudo comportarse más decorosamente en
su vida conyugal. Elocuente, sagaz, siempre dispuesto a hacer amigos, con una
capacidad increíble para disimular, espléndido en muchas cosas pero sobre todo
con el dinero. A pesar de haber sido el más afortunado de los mortales ya antes
de su victoria en la guerra civil, su suerte nunca estuvo por encima de su
genio y muchos dudaban si era más valiente o más afortunado(...) Además se
dirigía a los soldados con buenas maneras, hacía favores a muchos que se los
pedían y a otros por propia iniciativa; en caso de recibirlos, lo hacía a la
fuerza y los devolvía con más prontitud que si se tratase de dinero prestado;
en cambio él no reclamaba nada a nadie, muy al contrario, se afanaba para que
estuviese en deuda con él el mayor número de personas; hacía bromas con los más
humildes y también trataba con ellos cosas serias. Estaba siempre presente en
los trabajos, en las marchas y en las guardias (...) únicamente no consentía
que otro le aventajase en previsión o en valor; y de hecho, él iba por delante
de la mayoría.
( Cayo Salustio Crispo en "La guerra de
Yugurta")
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