Marco Licinio Lúculo (en latín, Marcus Licinius L. F.
L. N. Lucullus), conocido comúnmente como Marco Terencio Varrón Lúculo (ca. 116
a. C. – ca. 55 a. C.) fue un militar y político romano de la república tardía.
Era hijo de Lucio Licinio Lúculo y hermano de Lucio
Licinio Lúculo, vencedor del rey Mitrídates VI. Luchó bajo las órdenes de Lucio
Cornelio Sila en la guerra civil comandando el ejército optimate en la batalla
de Fidencia. En recompensa por sus servicios, se le otorgó un puesto en el
colegio de pontífices. Fue edil en 79 a. C. y pretor en 75 a. C. Alcanzó el
consulado en 73 a. C., durante el cual promulgó la Ley Terencia Casia
frumentaria. Luego, como gobernador de Macedonia, derrotó a la tribu tracia de
los besos. Cruzó el Danubio y conquistó muchas bases de Mitrídates VI, rey del
Ponto. Cuando regresaba a Roma, se le envió a ayudar a Craso en la tercera
guerra servil, pero el conflicto terminó antes de que él llegase. Celebró un
triunfo sobre los tracios, tras lo cual no participó activamente en política,
si bien dio su opinión sobre ciertas leyes.
Hábil orador y de gustos algo lujosos, es frecuentemente
comparado con su hermano, al cual cuidó cuando se hallaba enfermo y fue el
encargado de realizar sus ritos funerarios cuando murió, muriendo él no mucho
después. Pasaría a la posteridad como un gran general, hasta el punto que Cicerón
afirmó que estaba al nivel de su celebérrimo hermano.
Nació con el nombre de Marco Licinio Lúculo pero, al
ser adoptado por Marco Terencio Varrón, lo cambió por el de Marco Terencio
Varrón Lúculo (en latín, Marcus Terentius M. F. Varro Lucullus). Con este
último nombre aparece en los Fastos Capitolinos. Si bien algunos historiadores
como Wilhelm Drumann en algún momento pensaron que su nombre, tras la adopción,
era Marco Terencio Varrón Liciniano, esta opinión fue rebatida por William
Smith. Por lo demás, las fuentes clásicas hablan de él cómo Lúculo o Marco
Lúculo.
Nació en Roma alrededor del año 116 a. C. Era hijo de
Lucio Licinio Lúculo, quien participó sin mucho éxito en la segunda guerra
servil, mientras que su abuelo paterno también se llamaba Lucio Licinio Lúculo y
había sido cónsul en 151 a. C. Por medio de su madre, Cecilia Metela, estaba
emparentado con gente de suma importancia: Lucio Cornelio Sila estaba casado
con la sobrina de ésta, y era primo de Quinto Cecilio Metelo.
A comienzos de la década de 90 a. C. inició su
carrera política junto a su hermano, Lucio Licinio Lúculo, al acusar de cometer
injusticias al augur Gayo Servilio Vatia, quien, años atrás, había acusado a su
padre por concusión y logrado que se exiliara a Lucania. En el juicio, sin
embargo, se desataron actos de violencia, en los que hubo muchas muertes y
Servilio terminó huyendo de la ciudad. A pesar de ello, Lúculo ganó una gran
popularidad entre las masas.
En el año 88 a. C. estalló la guerra civil entre los
llamados populares y optimates. El tribuno de la plebe popular Publio Sulpicio
Rufo propuso, con el apoyo de Cayo Mario, muchas reformas, y como el optimate
Sila se negó a aceptarlas, fue expulsado de Roma y se le quitó el mando de la
guerra mitridática. Ante esto, Sila marchó sobre Roma con sus tropas, y, muerto
Sulpicio, ordenó que ejecutaran, entre otras personas, a Mario, quien, sin
embargo, logró huir. Mientras Sila combatía contra Mitrídates, en 87 a. C., sus
opositores políticos Mario y Cinna marcharon sobre Roma con tropas y, tras
tomarla, proscribieron a sus enemigos políticos. En 83 a. C., Sila invadió
Italia y aniquiló a los ejércitos populares que había en el sur, enviando a
Metelo a hacer lo mismo con los ejércitos que había en el norte, comandados por
Cneo Papirio Carbón y Cayo Norbano Balbo.
Lúculo luchó bajo las órdenes de su primo Metelo
durante los primeros meses de 82 a. C., pero a comienzos de septiembre, para
combatir a los populares desde dos frentes, le envió al mando de dos legiones a
Plasencia. Él por su parte, se quedó en Favencia junto a cuatro legiones y
venció al ejército de Norbano en batalla.
Enterado Lúculo de esta victoria, se abalanzó sobre el campamento de Lucio
Quincio, lugarteniente de Norbano, que se hallaba en Fidencia con cinco legiones.
A pesar de su inferioridad numérica, sus tropas lucharon con tanto valor que
salió victorioso y tomó el campamento enemigo. Los populares perdieron
dieciocho mil hombres mientras que los optimates, muy pocos. Con esta batalla
acabó el dominio popular en el norte, mientras que en el sur Sila pronto
vencería a los enemigos terminando así la guerra.
En el año 81 a. C., Sila aumentó el número de
pontífices de nueve a quince con el fin de que más personas pudieran entrar en
el colegio de pontífices. En recompensa por sus servicios prestados en la
guerra civil y gracias a la influencia de su primo Metelo, que era pontífice
máximo, Lúculo fue uno de los elegidos.
Los pontífices pertenecían a uno de los cuatro
colegios mayores de sacerdocio que había en Roma. Se encargaban de convocar y
presidir los comicios para elegir al pontífice máximo, de actuar como portavoz
ante el Senado recordando las leyes sagradas a los magistrados, de intercalar
meses al calendario de ser necesario y de controlar las adopciones y leyes
funerarias, entre otras cosas. El puesto era de carácter vitalicio y compatible
con todos los puestos políticos y militares y estaba bajo la autoridad
inmediata del pontífice máximo.
El año de su cuestura se desconoce, pero parece haber
sostenido esta magistratura bajo Sila, ya que fue llevado más tarde a juicio
por C. Memio por actos ilegales cometidos por él en esa condición bajo el
mandato del dictador.
En 79 a. C. ejerció el cargo de edil plebeyo junto a
su hermano Lucio Licinio Lúculo, quien, habiendo podido postularse antes,
decidió esperar hasta que Marco tuviera la edad requerida para compartir el
puesto con él. Durante su mandato, celebró junto a su hermano unos juegos
espléndidos, que todavía eran famosos unas décadas después en época de Cicerón.
Por primera vez en Roma combatieron en la arena un elefante y un toro.
En 77 a. C., ocupó el puesto de pretor, tocándole
resolver los casos concernientes a personas que no eran ciudadanos romanos
(praetor peregrinus). Fue juez en el caso contra Cayo Antonio, acusado por los
habitantes de la provincia romana de Acaya de saquear los campos y templos para
su propio beneficio. El abogado acusador, Julio César, demostró la culpabilidad
del acusado, por lo que la sentencia de Lúculo fue en contra de Antonio. Pero
éste apeló a los tribunos de la plebe, quienes opusieron su veto a la sentencia
debido a su oposición a la política de César.
En el año 74 a. C., Lúculo se presentó como candidato
al consulado para el año siguiente y resultó elegido junto a Cayo Casio Longino.
Durante su mandato promulgó junto a su colega una ley frumentaria, la Terencia
Casia, volviendo así este necesario sistema a la vigencia tras su abolición por
Sila.
Como todas las leyes frumentarias tenía como objetivo
rebajar el precio del trigo para que fuera accesible a la gente pobre. Así,
determinaba que una persona podía comprar mensualmente 5 modios de trigo con
6,33 ases. Para conseguir el trigo, el Estado encargó a los gobernadores de las
provincias la tarea de suministrarlo a un precio fijo, financiado por el tesoro
público.
Al término de su mandato como cónsul se le asignó el
gobierno de la provincia de Macedonia, y partió hacia allí en calidad de
procónsul. Al norte de esta provincia se encontraban las tribus tracias,
quienes en los últimos años habían lanzado ataques a la frontera. Cneo Cornelio
Dolabela y Apio Claudio Pulcro habían logrado rechazarlos tras años de combate,
pero la frontera seguía inestable. Así, Cayo Escribonio Curión había atacado a
los dardanios, saliendo victorioso, pero había sido incapaz de someter a la
tribu de los besos.
Cuando a principio de 72 a. C. Lúculo llegó a su
provincia, decidió que lo primero que había que hacer era someter a la tribu de
los besos, así que marchó hacia allí con sus cinco legiones. Se encontró con
los enemigos cerca del Monte Hemo, y tras vencerlos, marchó contra Uscudama, la
capital de éstos, tomándola el mismo día en que la atacó. Con esto sometió a
los besos, tras lo cual convirtió al reino odrisio en estado satélite de Roma.
Mientras tanto, su hermano Lucio Licinio Lúculo
combatía en Anatolia contra Mitrídates VI, rey del Ponto, quien tenía algunos
territorios en Tracia. Contra estos territorios se dirigió, y capturó muchas
ciudades a ambos lados del Danubio, entre ellas Apolonia, Calatis, Tomos e
Histro.
Entretanto, en Italia setenta esclavos se habían
rebelado y, liderados por Espartaco —un gladiador—, habían huido y derrotado a
las fuerzas locales. La banda de esclavos no había tardado en crecer hasta
llegar al número de ciento veinte mil hombres, y había derrotado muchas veces a
cónsules y procónsules romanos, adueñándose de casi toda Italia.
Finalmente se le encomendó el mando de la guerra a Marco
Licinio Craso, quien venció a los esclavos en batalla y los encerró en
Calabria. El Senado decidió enviarle como refuerzos a Lúculo y a Pompeyo, pero
antes de que éstos llegaran Espartaco se lanzó contra las tropas de Craso, y en
la batalla que se entabló los romanos resultaron vencedores, ganando así Craso
la guerra.
El Senado le confirió a Lúculo un triunfo por sus
hazañas en Tracia, el cual se celebró ese mismo año, 71 a. C. Entre los trofeos
exhibidos en el triunfo destacaba la colosal estatua de Apolo que capturó en
Apolonia, de treinta codos de altura, que posteriormente sería puesta en el
Capitolio.
Finalizado su triunfo, se retiró de la vida pública
durante unos años. En 67 a. C. fue uno del diez legados enviados en Asia para
resolver los asuntos de la zona y establecer el Ponto como provincia romana,
propósito que fue frustrado por el cambio que en pocos meses había sufrido la
situación.
En 66 a. C. fue acusado por el tribuno de la plebe Cayo
Memio Gemelo de cometer injusticias cuando luchaba bajo las órdenes de Sila.
Sin embargo, fue declarado inocente, tras lo cual Memio acusó a su hermano de
muchas cosas logrando retrasar su triunfo sobre Mitrídates VI unos años.
Al igual que Catulo, Hortensio y otros, se opuso en
65 a. C. a ciertas medidas del tribuno de la plebe Gayo Cornelio. Apoyó luego a
Cicerón, cuando éste, descubierta la conspiración de Catilina, tomó medidas
para evitar su éxito. Asimismo, cuando el tribuno de la plebe Publio Clodio
Pulcro derribó la casa de Cicerón y construyó en su lugar un templo, intervino
para que se le permitiera reconstruirla. Tras esto se retiró definitivamente de
la vida pública.
Pronto su hermano, Lucio Licinio Lúculo, ya anciano,
caería enfermo, así que se encargó de cuidar sus bienes. Sin embargo, Lucio
murió poco tiempo después, y todo el pueblo se conmovió con su muerte. Hasta se
pensó efectuar las exequias en el Campo de Marte, un honor exclusivo, pero como
para ello se necesitaban grandes preparativos y su muerte fue inesperada, Marco
decidió hacerlo en su villa de Túsculo. Él moriría no mucho después, probablemente
alrededor del año 55.
Se sabe bastante poco acerca de su carácter. Cicerón
lo alaba en varias ocasiones, llegando a afirmar que estaba al nivel de su
célebre hermano. Ambos hermanos fueron grandes amigos, cosa que les es, sin
duda, favorable. Juzgándolo por lo hecho
en su campaña contra los besos, Marco parece haber sido menos clemente que su
hermano mayor. En cuanto a su actividad como orador, Cicerón dice que tuvo
considerable mérito, si bien no estaba entre los mayores de su época. También
parece haber participado en cierta medida en el amor de su hermano por las
cosas lujosas, aunque no llegó a excederse.
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