Designado
cónsul con Valerio Flaco, su amigo y deudo, le toco por suerte la provincia que
llaman los romanos España Citerior. Mientras allí vencía a unos pueblos con las
armas y atraía a otros con la persuasión vino contra el un ejercito de bárbaros
tan numeroso: que corrió peligro de ser vergonzosamente atropellado; por lo
cual imploro el auxilio de los Celtiberos, que estaban cercanos. Pidiéndole estos
por precio de su alianza doscientos talentos, y teniendo todos los demás por cosa
intolerable que los romanos se reconocieran obligados a pagar a los bárbaros aquel
precio de su auxilio, les replicó Catón que nada había en ello de malo, pues si
vencían, serian los enemigos quienes lo pagasen, y si eran vencidos, no existirían
ni los que lo habían de pagar ni los que lo habían de pedir. Salio por fin
vencedor en batalla campal, y todo le sucedió prósperamente: diciendo Polibio
que a su orden todas las ciudades de la parte de acá del rio Betis en un mismo día
demolieron sus murallas, no obstante ser en gran numero y estar pobladas de
hombres guerreros. El mismo Catn dice haber sido mas las ciudades que tomó que
los días que estuvo en España; y no es una exageración suya si es cierto que
llegaron a trescientas. Fue mucho lo que los soldados ganaron en aquella expedición,
y, sin embargo, repartió además a cada uno una libra de plata, diciendo que era
mejor volviesen muchos con plata que pocos con oro; pero de tanto como se cogió
dice no haber tomado para si mas que lo necesario para comer y beber. "No
es esto que yo acuse- decía- a los que procuran aprovecharse de estas cosas,
sino que quiero mas contender en virtud con los buenos que en riqueza como los
más ricos, o en codicia con los mas acaudalados." Ni solamente él mismo
se conservó puro, sin haber tomado nada, sino que hizo se conservaran también
puros los que tenla consigo en aquella expedición, que no eran mas que cinco
esclavos. Uno de estos, llamado Paccio, compró de entre los cautivos tres
mozuelos, y habiéndolo llegado a entender Catón, mando que lo ahogasen antes
que se pusiese delante, y vendiendo los tres mozuelos, hizo poner el precio en
el erario.
Permanecía
todavía en España cuando Escipión el mayor, que era su rival y quería poner
termino a sus glorias, se propuso pasar a encargarse de las cosas de España, e
hizo que se le nombrara sucesor de Catón. Apresuróse a llegar pronto, para que
tuviera cuanto antes fin el mando de este; el cual, tomando para salir a recibirle
a cinco cohortes de infantería y quinientos caballos, derroto a los Lacetanos,
y entregado de seiscientos tránsfugas que había entre ellos, los pasó a cuchillo.
Llevólo Escipión a mal, y contesto Catón con ironía que así era como Roma seria
mayor, si los hombres grandes e ilustres no daban lugar a que los oscuros
entraran a la parte con ellos en lo sumo de la virtud, y si los plebeyos, como
él, se empeñaban en competir en virtud con los que les aventajaban en gloria y
en linaje. Con todo, habiendo decretado el Senado que nada se mudara o alterara
de lo dispuesto por Catón, se le paso en blanco a Escipión su mando en la inacción
y el ocio, mas bien con mengua de su gloria que de la de aquel. Después de
haber triunfado, no hizo lo que suelen la mayor parte de los hombres que, no aspirando
a la virtud, sino a la gloria, luego que han subido a los supremos honores y
que han conseguido los consulados y los triunfos, se proponen pasar el resto de
su vida en el placer y el descanso, dando de mano a los negocios públicos; ni como
estos relajó o aflojó en nada su virtud, sino que, al modo de los que empiezan a
tomar parte en el gobierno, sedientos de honor y de fama, como si de nuevo comenzara
estuvo pronto a que los amigos y los ciudadanos se valieran de él, sin excusarse
de las defensas de las causas ni de la milicia.
(
Plutarco en "Marco Catón" )
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