En la mitología griega, Dánae (en griego Δανάη, ‘sedienta’) era una hija de
Acrisio, rey de Argos, y Eurídice, hija de Lacedemón.
Fue madre de Perseo con
Zeus. A veces se le acreditaba la fundación de la ciudad de Ardea en el Lacio.
Decepcionado por carecer de herederos varones,
Acrisio consultó un oráculo para saber si esto cambiaría.
El oráculo le dijo
que sería asesinado por el hijo de su hija. Para que ésta no tuviese hijos, Acrisio
la encerró en una celda de bronce o en una cueva.
Pero Zeus apareció
cayendo como una lluvia dorada y la dejó embarazada. De esta unión nació Perseo.
Otras versiones afirman que en realidad el que sedujo
a Dánae fue Preto, su tío, rey de Tirinto, que sería el padre de Perseo.
Enfadado pero sin querer provocar la ira de los
dioses matando a Perseo, Acrisio arrojó a Dánae y al niño al mar en un cofre de
madera.
El mar fue calmado por Poseidón a petición de Zeus y ambos
sobrevivieron. Alcanzaron la costa de la isla de Serifos, donde fueron
recogidos por Dictis, un pescador de la isla, quien crio a Perseo como su hijo.
Más tarde, después de que Perseo matase a la Medusa
y rescatase a Andrómeda, la profecía del oráculo, la muerte de su
abuelo, se hizo realidad.
El tema de Dánae, como muchos otros personajes de la
mitología griega, ha sido tratado por gran número de pintores, entre ellos, Tiziano,
en cuyo estudio se realizaron, entre 1540 y 1570, al menos cinco versiones,
actualmente expuestas en el Museo del Prado, Apsley House, el Hermitage, el
Museo de Capodimonte y el Kunsthistorisches Museum.
También el pintor Gustav
Klimt retrató una Dánae en 1907 que se conserva actualmente en la Galería
Würthle en Viena.
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