Lucio Luceyo (en latín, Lucius Lucceius) fue un
orador e historiador romano, amigo y corresponsal de Cicerón.
Hombre de considerable riqueza y gusto literario,
puede compararse con Pomponio Ático. Disgustado ante su fracaso a la hora de
convertirse en cónsul en el año 60 a. C., se retiró de la vida pública, y se
dedicó a escribir una historia de las guerras social y civiles. Casi lo acabó,
cuando Cicerón insistentemente le pidió que escribiera una historia separada de
su consulado (el de Cicerón). Cicerón creyó que un panegírico por parte de
Luceyo, que había sentido considerable interés en los asuntos de aquel período
crítico, tendría gran peso en su campaña para lograr la rehabilitación después
del exilio partiendo de su consulado. Cicerón ofreció proporcionar el material,
e insinuó que Luceyo no necesitaba sacrificar la alabanza a la exactitud.
Luceyo casi se lo prometió, pero no lo ejecutó. En consecuencia, Cicerón tuvo
que alabar su propio consulado tanto en griego como en latín, pero nada queda
de ninguna de tales obras de su historia. En la guerra civil fue partidario de Pompeyo;
pero, habiendo sido perdonado por Julio César, regresó a Roma, donde vivió
retirado hasta su muerte.
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