Publio
Rutilio, Marco Emilio, padres conscriptos, coincido con el cónsul en que
sólo hay un hombre con capacidad para sacarnos de apuros, y estoy de acuerdo en
que ese hombre es Cayo Mario. Pero la solución que nuestro estimado cónsul
propone no es la adecuada. No podemos restar posibilidades a Cayo Mario con un imperium
proconsular limitado a la Galia Transalpina. En primer lugar, ¿qué sucederá si
la guerra trasciende de la Galia Transalpina? ¿Qué sucederá si se extiende a la
Galia itálica, a Hispania o a la propia Italia? ¡Pues que el mando pasaría
automáticamente al gobernador correspondiente o al cónsul del año!. Cayo Mario cuenta con muchos enemigos en esta
cámara. Y yo, para empezar, no estoy muy seguro de que esos enemigos antepongan
el interés de Roma a sus rencores. La negativa de Quinto Servilio Cepio
a colaborar con Cneo Malio Máximo constituye inequívoco ejemplo
de lo que sucede cuando un miembro de la antigua nobleza antepone su dignitas a
la dignitas de Roma.
Sí, príncipe del Senado, ya sé que me habéis
dicho que Quinto Servilio mantuvo su dignitas idéntica a la de Roma. Hacéis muy
bien en corregirme y os agradezco la rectificación. ¡La dignitas de Roma y la
de Quinto Servilio Cepio son idénticas! Pero ¿por qué sostener que la dignitas
de Cayo Mario sea inferior a la de Quinto Servilio Cepio? ¡Qué duda cabe de que
la contribución personal de Cayo Mario es bastante alta, si no más alta, a
pesar de que sus antepasados no tuvieran nada! ¡La carrera personal de Cayo
Mario es ilustre! ¿Piensa, por ello, algún miembro de esta cámara que Cayo
Mario anteponga Arpinum a Roma? ¿Cree seriamente algún miembro de esta cámara
que Cayo Mario piensa en Arpinum como si no fuese una parte integrante de Roma?
¡Todos nosotros tenemos antepasados que fueron hombres nuevos! ¡Hasta Eneas,
que llegó al Lacio desde la lejana Ilión! ¡El era un hombre nuevo! Cayo Mario
ha sido pretor y cónsul, ennobleciéndose con ello, y sus descendientes serán
nobles hasta el final de los tiempos.
Veo
hoy aquí a varios padres conscriptos que llevan el nombre de Porcio Catón. Pues
su abuelo era un hombre nuevo. Sin embargo, ¿no consideramos hoy a estos
Porcios Catones pilares de esta cámara, nobles descendientes de un hombre que
en su día causaba el mismo efecto en romanos con el nombre de Cornelio
Escipión, del mismo modo que Cayo Mario lo causa hoy en otros con el nombre de
Cecilio Metelo?
Es
Cayo Mario y no otro quien debe ostentar el mando supremo contra los germanos ¡Independientemente
de donde se plantee la guerra! Por consiguiente, no basta con investir a Cayo
Mario con imperium proconsular limitado a la Galia Transalpina.
Como
es evidente, Cayo Mario no se halla aquí para dar su opinión, y el tiempo corre
como un corcel desbocado. Cayo Mario debe ser cónsul. Es el único modo de
concederle el poder que va a necesitar. ¡Hay que hacerle candidato a las
próximas elecciones consulares... candidato in absentia!
¿Puede
alguien aquí negar que los hombres de las centurias son lo mejor del pueblo?. Pues yo os digo, ¡dejad que decidan los
hombres de las centurias! ¡Que elijan cónsul a Cayo Mario in absentia o que no
lo elijan!. Porque la decisión de
conceder el mando supremo es de suma responsabilidad para que la adopte esta
cámara. Y también lo es para la Asamblea de la plebe o para todo el pueblo. ¡Yo
os digo, padres conscriptos, que la decisión de otorgar el mando supremo en la
guerra contra los germanos debe trasladarse a esa capa del pueblo romano que
más cuenta, los ciudadanos de primera y segunda clase que voten en su propia asamblea
comitia centuriata!. Gracias.
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