Cuando
las primeras filas de la masa germana llegaron a las vallas del campamento de
Aurelio, las rebasaron como una marea. Aurelio no llegó a comprender lo que
pasaba; él había imaginado, lógicamente, que tendría tiempo para ensillar los
escuadrones de caballería y que la empalizada, extraordinariamente bien
fortificada, resistiría la embestida de los bárbaros el tiempo suficiente para
sacar sus tropas por la puerta trasera e intentar una maniobra de flanco. Pero
no fue así. Era tal la masa envolvente de germanos que el campamento se vio
rodeado por todas partes en cuestión de minutos y los bárbaros lo asaltaron a
millares por los cuatro lados. No estando acostumbradas a luchar a pie, las
tropas de Aurelio hicieron lo que pudieron, pero aquello fue una carnicería más
que una batalla. A la media hora, apenas quedaba un romano vivo, y Marco
Aurelio Escauro cayó prisionero antes de poder echarse sobre la espada.
Llevado
a presencia de Boiorix, Teutobodo y del resto de los cincuenta jefes de
los invasores germanos, Escauro supo conducirse con insuperable entereza,
cabeza erguida y gesto altivo, sin que le afectasen las ofensas y agresiones
que le infligieron ni le obligasen a agachar la cabeza. Le metieron en una gran
jaula de mimbre, obligándole acontemplar cómo hacían una pira con buena leña,
le prendían fuego y la dejaban arder. Aurelio miraba con las piernas erguidas,
sin temblarle las manos ni mostrar temor alguno ni aferrarse a las barras de su
reducida prisión. Como no formaba parte del plan que Aurelio muriese asfixiado
por el humo o que pereciese rápidamente consumido por las llamas, aguardaron a
que se hiciesen brasas y luego colgaron la jaula sobre ellas para asarle vivo.
Pero fue él quien venció, aunque fuese una victoria pírrica, pues no dejó que
de su boca saliera un solo estertor o grito de agonía ni encogió las piernas.
Murió como un auténtico noble romano para que su conducta les enseñara la
verdadera dimensión de Roma y se grabara en sus mentes la urbe capaz de dar
hombres como él, un romano descendiente de romanos.
Quisiera tener el 1% de su valor
ResponderEliminarOtra forma de morir batallando en favor de su patria. Si se perdía solo esperaba la esclavitud o la muerte ( y a veces de manera atroz). Por eso incluso se estaba preparado para morir conociendo o procurándose la forma, según las circunstancias de la situación o de la derrota. Y muchas veces salía mucho más a cuenta morir de determinada forma, dejando algo en favor de la patria en actitud post mortem.
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