domingo, 3 de agosto de 2014

EL LEGADO DE ROMA: NACIMIENTO DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL



LA HERENCIA DE ROMA


A pesar de las destrucciones perpetradas por los bárbaros, la herencia de Roma siguió viva por espacio de siglos.



Occidente fue modelado por la Ciudad Eterna, la Urbe, transmitiéndole la civilización griega después de haberla asimilado.



A dicha civilización, Roma añadió una sabia y precisa constitución jurídica, un derecho aplicable a todos los hombres libres.




Los romanos fueron los primeros que construyeron un estado universal y centralizado en el cual quedaba suprimida la distinción entre vencedores y vencidos, como escribió el poeta galo Rutilio Namaciano:




Tú has hecho una sola patria de pueblos distintos. Tú has hecho ciudad de lo que antes era el mundo.




A pesar del retroceso señalado por las invasiones bárbaras, el derecho romano sobrevivió, inspirando las legislaciones modernas. Por esto fue estudiado siempre en las universidades.




También la idea de unidad permaneció viva: Justiniano, Carlomagno, Otón el Grande intentaron sucesivamente reconstruirla en Europa. Las ambiciones de Napoleón tuvieron su origen en el recuerdo de Roma.




La lengua latina sobrevivió a la ruina, y hasta el siglo XVII, sabios y filósofos escribieron en latín, vehículo universal de comunicación. El italiano, el francés, el castellano, el portugués, el catalán, el gallego, el rumano, etc., proceden de la lengua imperial.



Sobre las calzadas romanas fueron trazadas durante mucho tiempo las rutas occidentales. La mayor parte de las grandes ciudades de hoy, desde Gibraltar al Rin, desde Grecia hasta el mar del Norte, nacieron en lugares elegidos por los romanos.




Roma es el único ejemplo en la historia de una pequeña aldea que se convirtió en la capital de mundo, manteniéndose durante diez siglos, a través de luchas sociales, guerras civiles, locuras de emperadores, innumerables cambios de regímenes.




Se ha hablado algunas veces de un "inmovilismo" romano: En realidad no existe testimonio de una evolución semejante, de similares facultades de adaptación, de un destino igualmente extraordinario.






JUSTINIANO II


EMPERADORES ROMANOS:






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