miércoles, 13 de mayo de 2015

EL EMPERADOR ANTONINO PÍO



Adriano eligió como heredero al senador Tito Aurelio Antonino. 



El título de "Pío" le fue concedido por el Senado después de muerte, y Marco Aurelio, su sucesor, lo definió como "un monstruo de virtud".



Todo el mundo se alegró en Roma, porque todos amaban a aquel hombre de alargado y dulce rostro y tan completamente desinteresado, que su primer gesto de emperador fue el transferir su patrimonio a las arcas del Estado.



Este gran burgués fue tal vez uno de los últimos romanos que creía en los dioses o en todo caso, se comportó como si creyera en ellos. 



Los veintiún años del reinado de Antonino figuran entre los más felices conocidos por el Imperio.



No contento con sanear las finanzas del Estado y con proseguir la obra de reorganización de Adriano, el emperador suavizó las leyes judiciales hasta tal punto, que los derechos y los deberes de los esposos se hicieron iguales, fue prohibida la tortura y proclamado delito el asesinato de un esclavo.



Al contrario que su predecesor, Antonino no viajó, pero la tranquilidad de que gozaron las provincias romanas fue tal, que los embajadores de los países no sometidos afluían a la capital, suplicando a la Ciudad Eterna que extendiera su benéfica dominación sobre ellos.



A los 74 años, antes de morir, el emperador llamó a su lado a su sobrino Marco Aurelio y, diciéndole sencillamente "Ahora, hijo mío, te toca a ti", se volvió hacia la pared como si fuera a dormir, y exhalo su último suspiro (año 161).
EL EMPERADOR ANTONINO PÍO

ESCULTURAS DE ANTONINO PÍO: 









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