«El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, porque son; de las que no son, porque no son».
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
martes, 24 de enero de 2023
jueves, 19 de enero de 2023
QUINTILIANO DICE SOBRE LOS BUENOS MAESTROS
“Ante todo debe adoptar la actitud de padre para con sus alumnos y considerarse como en el puesto de los que han confiado a sus hijos a su cuidado. No debe ser vicioso ni tolerar el vicio en los demás. Debe ser severo sin pesimismo y complaciente sin debilidad; de lo contrario, el rigor le hará odioso y la complacencia despreciable. Debe insistir de mil maneras en el lado positivo de la bondad y del honor: cuanto más los estimule menos tendrá que castigarlos. Debe controlar su genio, aunque sin cerrar los ojos a las faltas que exigen corrección. Debe ser directo en su enseñanza, estar dispuesto a tomar sobre sí cualquier molestia y estar en todo sin estorbar. Debe contestar gustoso a las preguntas e interrogar a los que no preguntan. Al alabar las composiciones de sus alumnos no debe mostrarse ni tacaño ni efusivo: porque la tacañería desanima en el trabajo y la excesiva efusividad engendra vana complacencia. Al corregir las faltas no debe mostrarse duro y, por supuesto, jamás debe recurrir al insulto. Hay maestros que al regañar dan la impresión de aversión, y esto produce como efecto inmediato el desalentar a muchos en el estudio... Cuando se sabe instruir debidamente a los alumnos, éstos miran a sus profesores con afecto y respeto. Apenas es posible expresar con cuánta mayor voluntad nos sentimos inclinados a imitar a aquellos que nos agradan.”
HORACIO DICE SOBRE GRECIA
“Al caer Grecia cautiva cautivó a su feroz vencedor y plantó las banderas de sus artes sobre el rústico Lacio"
DICHOS DE CATÓN, por Marco Porcio Catón el Censor
DICHOS DE CATÓN, por Marco PorcioCatón el Censor
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PUBLIO VATINIO
Publio Vatinio (en latín, Publius Vatinius) fue un político y militar de la época final de la República romana. En su discurso contra Vatinio, Cicerón lo describe como uno de los más grandes bribones y villanos que han existido, y señala que su aspecto personal era poco atractivo, con su rostro y el cuello cubiertos con hinchazones, a los que Cicerón alude más de una vez, llamándolo struma civitatis.
En el 59 a. C. fue elegido
tribuno de la plebe y ofreció sus servicios a Julio César, el cónsul de
ese año junto a Marco Calpurnio Bíbulo. Vatinio se convirtió en uno de los
más fervientes seguidores de César. Llevó a la plebe las propuestas de conceder
a César la Galia Cisalpina e Iliria como provincias proconsulares durante un
lustro, provincias a las que posteriormente se añadió la Galia Transalpina.
Cicerón le acusó de legislar ignorando los auspicios adversos, de amenazar al
cónsul del año, Bíbulo, de llenar el Foro de soldados y de amenazar a los otros
tribunos de la plebe para que no interpusieran su veto. Durante su tribunado,
Vatinio sacó a la luz al espía Lucio Vetio, que acusó a muchos de los más
distinguidos ciudadanos de Roma, entre ellos Cicerón de intentar asesinar
a Cneo Pompeyo Magno.
Vatinio dejó Roma para servir
como legado de César en la guerra de las Galias, pero pronto tuvo que regresar
a Roma para proseguir su propia carrera política. Vatinio fracasó en su campaña
para la pretura, y ni siquiera pudo obtener los votos de su propia tribu, la Sergia,
que nunca había fallado previamente en votar a favor de alguien de su propia
tribu. La enemistad entre Vatinio y Cicerón continuó y Vatinio en el 56 a. C.
compareció como testigo contra Sestio y Milón, dos amigos de Cicerón, que
habían tomado un papel importante en el regreso del exilio del orador. En el
juicio de Sestio, Cicerón realizó un breve y feroz discurso deleznando el
carácter de Vatinio. Sin embargo, Cicerón evitó cuidadosamente decir una
palabra contra César, del cual Vatinio era sólo un instrumento. A finales del
año 56 a. C. hubo serios disturbios en Roma que hicieron que los comicios para
la elección de cónsules sólo pudieran ser realizados a comienzos del 55 a. C.
Tras la elección en el 55 a. C.
de Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso para el consulado, los
triunviros apoyaron la candidatura a pretor de Publio Vatinio, a fin de
contrarrestar la candidatura de Marco Porcio Catón, apoyado por la facción
aristocrática del Senado, los Optimates. La influencia y el dinero de Craso y
Pompeyo aseguraron la elección de Vatinio. Para hacer el asunto más seguro, los
cónsules obtuvieron un decreto del Senado, en virtud del cual aquellos que
resultaran electos pretores debían asumir sus magistraturas de inmediato, lo
que impedía de hecho que estos podrían ser procesados por soborno. Habiendo
eliminado este obstáculo, emplearon su dinero con mayor libertad, y mediante el
soborno Vatinio pudo derrotar la candidatura de Catón.
Tras su año en el cargo, en el 55
a. C. fue acusado por Cayo Licinio Calvo de aceptar sobornos. Calvo
ya había acusado a Vatinio anteriormente, una vez en el 58 a. C., y de nuevo
en el 56 a. C.,4 pero en esta ocasión utilizó tan refinada oratoria en el
juicio que hizo que Vatinio le interrumpiera en medio del discurso exclamando
"¡Jurados, os pregunto si he de ser condenado simplemente por la
elocuencia de mi acusador!". Cicerón, a pesar de la animadversión que
sentía hacia Vatinio, y para sorpresa de todos, le defendió en el juicio porque
no quería enfadar a los triunviros y buscaba protección contra Publio
Clodio Pulcro. Vatinio fue absuelto gracias al soborno más que a la
desapasionada (dadas las circunstancias) oratoria de Cicerón.
Vatinio regresó a la Galia en el
51 a. C. como legado de Julio César. Vatinio se unió a César cuando estalló la
segunda guerra civil. Cuando desembarcó en Grecia, en el 48 a. C., César lo
envió de emisario a escuchar las propuestas de paz de Pompeyo. Vatinio no
participó en la batalla de Farsalia porque tuvo que defender la ciudad de
Brundisium que estaba siendo atacada por parte de la flota de Pompeyo comandada
por Décimo Lelio.
Gracias a su éxito fue
recompensado con el consulado en el 47 a. C., junto a Quinto Fufio Caleno.
En el 46 a. C., fue enviado a Iliria donde derrotó a Marco Octavio, que
dominaba la provincia con fuerzas considerables en nombre de los pompeyanos.
Gracias a esta victoria fue saludado como imperator por sus soldados, y obtuvo
el honor de una supplicatio del Senado en el año 45 a. C.. Vatinio estaba aún
en la provincia de Iliria cuando fue asesinado César y a principios del año
siguiente, 43 a. C., fue obligado a rendir Dyrrhachium y ceder su ejército
a Marco Junio Bruto, el cual se había apoderado de Macedonia, porque sus
tropas se pasaron al bando de Bruto y de los republicanos.
Lo último que se sabe de Vatinio es que celebró un triunfo el 31 de diciembre del 43 a. C.
PLAUTO DICE SOBRE LA CONDICIÓN DEL ESCLAVO CASTIGADO
Sé que la cruz va a ser mi tumba, pues antes lo fue de mi padre y de su padre y de su padre y de su padre.
miércoles, 18 de enero de 2023
CICERÓN DICE SOBRE LOS OTROS ORADORES ROMANOS
“No diré nada de mí. Sólo quiero hablar de los otros oradores: ninguno daba la impresión de haber estudiado la literatura más a fondo que el común de los mortales, a pesar de ser el manantial primordial de la perfecta elocuencia; ninguno abarcó la filosofía, madre de toda buena palabra y acción; ninguno aprendió derecho civil, necesarísimo en las causas privadas y esencial para el buen juicio del orador; ninguno dominó las tradiciones romanas de modo que pudiera citar de entre los muertos a los testigos más fidedignos, cuando lo pidiese la ocasión; ninguno manejó la fina y rápida ironía con que anular al oponente, relajar la tensión del jurado y disolver por un momento la solemnidad en risas y sonrisas; ninguno supo ampliar un tema y transportar su discurso de una discusión sobre una persona particular o de un tiempo determinado a una cuestión general de aplicación universal; ninguno supo entretener al público con una digresión ocasional; ninguno conocía los resortes para excitar la indignación de los jueces o arrancarles lágrimas de los ojos o mover sus sentimientos según lo pidiese la ocasión, cuando precisamente es esta la cualidad característica del orador."