Estimado César:
Te escribo para informarte de
que mi amado padre, Quinto Fufio Caleno, ha muerto en Narbo. Tenía cincuenta y
nueve arlos, lo sé, pero su salud era buena. Cayó muerto, se acabó en un
momento. Tomo su legado y ahora estoy a cargo de las once legiones estacionadas
por toda la Galia Transalpina, cuatro en Agendicum, cuatro en Narbo y tres en
Glanum. En este momento, los galos están tranquilos, después de que mi padre
aplastó una rebelión entre los aquitanos el año pasado, pero tiemblo al pensar
lo que podría pasar si los galos se enteran de mi mando e inexperiencia. Me
parece correcto informarte a ti en lugar de a Marco Antonio porque, aunque las
Galias le pertenecen a él, está muy lejos. Por favor, envíame a un nuevo
gobernador, alguien con la experiencia militar necesaria para mantener la paz
aquí, preferiblemente pronto, ya que me gustaría llevar las cenizas de mi padre
de regreso a Roma en persona.
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