¿Y qué vida, y qué goce, quitando a
Afrodita de oro?
Morirme quisiera, cuando no importen ya más
los amores ocultos, los dulces obsequios,
la cama,
cuanto de amable tiene la flor de la edad
para hombre y mujer; pues tan pronto llega
la triste
vejez, que hace al hombre feo y malo a la
par,
sin cesar le consumen el alma los viles
cuidados,
ya no se alegra mirando a los rayos de sol,
los muchachos lo odian, lo vejan también
las mujeres
tan terrible dispuso Dios la vejez.
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