El
mundo no lo veo como un lugar donde pueda ocurrir algo por arte de magia.
Porque no es así. Los hombres y las mujeres lo arruinan con sus impulsos, sus
deseos, su irreflexión, su poca inteligencia, su codicia. Es una suerte cuando
hay un buen gobierno con buena gente, se mantiene sabiamente el orden, y la
prosperidad alcanza a todos, sean ricos o pobres. Somos nosotros los que
gobernamos el mundo para bien o para mal, no el mundo a nosotros, ni tan
siquiera los dioses.
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