A muchos les repugnaban sacrificar a los animales
terrestres, pues lanzaban gritos lastimeros y en muchos casos los habían hecho
partícipes de sus costumbres y su comida. Los animales marinos, en cambio, no
pueden ser más distintos y viven en un entorno completamente ajeno, como si
hubieran nacido y vivido en otro mundo. Ni su mirada ni su voz ni ningún
servicio que nos hayan prestado hablan en contra de su consumo. No sentimos
ningún afecto por ellos. El mundo en que nosotros vivimos es como el Hades para
las criaturas marinas .
(Plutarco en "Charlas de sobremesa")
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