Creo
que por fin he podido descubrir lo que se esconde en la maniobra de Filipo, aunque
no tengo prueba concluyente de mis sospechas. No obstante, ten por seguro que
quien mueve a Filipo mueve también a Cetego.
He
analizado varias veces las actas que recogen el primer discurso de Filipo. y he
hablado bastante con mujeres que pueden saber algo, salvo con la odiosa
Praecia, que ahora es la reina de la mansión de Cetego, parece que como
soberana exclusiva. Hortensia no sabe nada porque estoy convencida de que su
esposo Catulo no sabe nada. Sin embargo, pude obtener la clave esencial de una
Julia, la viuda de Cayo Mario; ¡puedes hacerte idea de hasta dónde han llegado
mis indagaciones!
Su
antigua nuera, Mucia Tercia, está casada ahora con un joven arribista de
Piceno, un tal Cneo Pompeyo que tiene la audacia de hacerse llamar Magnus. No
es miembro del Senado, pero es riquísimo, muy descarado y con ambiciones de
brillar. Tuve que tener muchísimo tacto para no dar a Julia la impresión de que
andaba recabando información, pero ella es muy sincera cuando confía en
alguien, y desde el principio se mostró bien predispuesta hacia mí por la
lealtad que mostró el padre de mi esposo hacia Cayo Mario, a quien, como
recordarás, acompañó al exilio durante el primer consulado de Sila.
Resulta,
además, que Julia detesta a Filipo desde que se vendió a Cayo Mario hace años; por
lo visto, Cayo Mario le despreciaba a pesar de que se sirvió de él. Bien, en mi
tercera visita (juzgué conveniente ganarme la confianza de Julia, antes de
mencionar de pasada a Filipo) llevé la conversación al tema de la actual
situación y de los posibles motivos de Filipo para hacerte su víctima, y Julia
me dijo que pensaba, por algo que Mucia Tercia le había comentado durante su
última visita a Roma, que Filipo está ahora al servicio de ese Pompeyo. ¡Igual que Cetego!
No
pregunté nada más. Realmente no hacía falta. Desde aquella primera
conversación, Filipo no ha dejado de machacar la cláusula especial de la ley de
Sila autorizando al Senado a buscar fuera de él un jefe militar o un gobernador
si no hubiese una persona adecuada para el cargo en la cámara. ¿Aún no ves lo
que esto tiene que ver con la situación? Te confieso que yo tampoco lo veía
hasta que me puse a reflexionar sobre la actuación de Filipo en los últimos
treinta años.
Y
llegué a la conclusión de que Filipo sólo actúa para quien le paga, y quien le
paga es Pompeyo. Filipo no es un Cayo Graco ni un Sila, él no tiene una
estrategia bien pensada para inclinar al Senado y lograr la destitución de todos
los que estáis organizando la campaña contra Faesulae, y nombrando a Pompeyo en
vuestro lugar. Seguramente sabe de sobra que el Senado no lo haría bajo ninguna
circunstancia, pues en este momento hay muchos senadores con capacidad militar.
Si cayesen los dos cónsules -posibilidad que, de momento, es difícil
considerar- no hay nadie más que Lúculo para cubrir el hueco, y él es pretor
este año, lo que quiere decir que ya tiene el imperium.
No,
Filipo se contenta con armar el mayor alboroto posible para tener la
oportunidad de recordar al Senado que existe esa cláusula de Sila sobre el
mando especial. Y es de suponer que Cetego le apoya porque está también
comprometido con Pompeyo. ¡No por dinero, evidentemente! Pero hay medios aparte
del dinero, y en el caso de Cetego podría ser cualquier cosa.
Por
consiguiente, mi querido Lépido, creo que eres hasta cierto punto una víctima casual,
que tu valentía para decir lo que piensas, aunque vaya en contra de la mayoría del
Senado, le ha dado a Filipo ocasión para hacerte blanco de sus ataques a cambio
de las colosales sumas que le estará pagando Pompeyo. Presiona a favor de uno
que no es senador, pero considera importante contar con una fuerte facción en
el senado para el día en que sus servicios sean requeridos.
Con toda sinceridad, te diré que podría equivocarme; pero no
lo creo.
( C. McC. )
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