Asesorado por Sexto Afranio Burro, que no se separo de él en ningún momento para mostrar el apoyo de los oficiales pretorianos a su persona, comenzó su discurso, ofreciendo a los soldados, al igual que su padre adoptivo, 15.000 sestercios por cabeza, distribución gratuita de trigo suplementario mensual y la fundación de una colonia para los veteranos en su ciudad natal, Anzio. Los pretorianos aclamaron cordialmente a su nuevo líder, concediendo de esta forma su visto bueno al muchacho, que se convertía en el nuevo Cesar. Nerón iba a cumplir por entonces diecisiete anos.
Dos días después de su elección, la asamblea otorgo al nuevo Cesar numerosos títulos y honores, los cuales fueron recibidos con gran alegría y satisfacción por parte de Nerón, aunque prudentemente rechazo uno de ellos, el nombramiento de Padre de la Patria, pues no veía lógico que con diecisiete años pudieran otorgarle este tratamiento personas que le triplicaban la edad; tampoco admitió que se levantaran estatuas en su honor, comportamiento que fue recibido de muy buenas maneras entre los senadores, que sustituyeron este titulo para concederle la dignidad de Príncipe de la Juventud, honor que ya había ostentado en el 51 d.C., y que también habían lucido tanto Tiberio como Calígula.
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