Al otro extremo de la Cámara, flanqueado por las tres gradas en
que los senadores situaban
sus sillas plegables, se alzaba el estrado de los magistrados curules; en
frente, el largo banco de
madera que alojaba a los diez tribunos de la plebe.
Las preciosas sillas curules de marfil
labrado de los dos cónsules estaban situadas delante del estrado, y detrás de
él las de los seis pretores,
que a su vez tenían detrás las de los dos ediles curules.
Los senadores que tenían derecho
a la palabra por la simple acumulación de años en cargos curules ocupaban la
grada inferior de cada
sección; la grada del medio era para los sacerdotes o augures, los que habían
sido tribunos de la plebe
o eran sacerdotes de colegios menores, mientras que la grada superior era para
los pedarii, cuya única
potestad en la Cámara era votar, es decir que tenían voto pero no voz.
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