La Guerra de Cremónides (267 a. C. - 261 a. C.) se
disputó por una coalición de ciudades-estado griegas contra la dominación del
Reino de Macedonia.
Los orígenes de la guerra hay que situarlos en el
deseo persistente de muchas ciudades-estado griegas, sobre todo Atenas y
Esparta, de restaurar su perdida independencia, junto con la intención de Ptolomeo
II Filadelfo de aumentar el descontento de la esfera de influencia de su
rival macedonio. Las ambiciones de Ptolomeo II Filadelfo sobre el mar Egeo se
veían amenazadas por la flota de Antígono II Gonatas, así que creó una
coalición antimacedonia en Grecia. Se concentró especialmente en su amistad con
Atenas, proveyéndola de grano.
La facción antimacedonia en Atenas, liderada por el
estoico Cremónides, cogió el poder y declaró la guerra a Macedonia
(posiblemente en el otoño de 268 a. C.). El primer año del conflicto sólo se
vieron pequeñas confrontaciones, aunque generalmente acababan favorablemente
para la coalición antimacedonia. Sin embargo, después de la poco decisiva
temporada de campañas de 266 a. C., la guerra comenzó a volverse en contra de
las ciudades-estado y en 265 a. C. Antígono II fue capaz de vencer en
una decisiva batalla a las afueras de Corinto en la que el rey espartano murió.
Con su principal aliado derrotado y un ejército
demasiado debilitado para enfrentarse a los antigónidas solo, los atenienses
pudieron hacer poco más que esperar tras sus murallas y aguardar aque Ptolomeo
mandara ayuda antes del inevitable sitio. Desafortunadamente para ellos,
Filadelfo no iba a estar listo para mandar una gran expedición hasta que Atenas
había sido rendida por hambre en 262 a. C. o 261 a. C.
Después de la caída de Atenas, ésta perdió sus
últimos vestigios de independencia prehelenística y fue establecido un
acuartelamiento macedonio allí hasta 229 a. C.
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