El rey de Esparta Agesilao era ante todo amante de sus
hijos; respecto a su gusto por los juegos infantiles, se cuenta que, cuando sus
hijos eran pequeños, jugaba con ellos en casa montando a caballo sobre un palo
y, como uno de sus amigos lo viese, le pidió que no se lo contara a nadie hasta
que él mismo fuera padre.
( Plutarco en "Vida de Agesilao" )
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