Nerón deseaba a toda costa vencer en el concurso de canto trágico
en los Juegos Ístmicos, pero ni las amenazas ni un cuantioso soborno lograron
convencer a un rival de talento llamado Epirotes de que le cediera el puesto.
De modo que el emperador ordenó a sus hombres atar a Epirotes a una columna del
teatro y aplastarle la garganta con el canto de las tablillas de marfil que
utilizaban para escribir.
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