lunes, 1 de mayo de 2017

LA BALSA DE LA MEDUSA, DEL PINTOR FRANCÉS THÉODORE GÉRICAULT



La balsa de la Medusa (1819) es una pintura romántica de Théodore Géricault que hace referencia al naufragio del barco francés "la Medusa" ( en referencia a la terrible Gorgona de la mitología), en la costa occidental africana en 1816.  En la obra puede apreciarse una estructuración claramente piramidal, así como diagonales establecidas por uno de los lados del triángulo, de manera que los brazos de los tripulantes se extienden hacia una misma dirección, colaborando en el trazado de la diagonal. En la cúspide de la pirámide y extremo de la diagonal principal, está el punto de ánimo más intenso, en el que se ve a un hombre agitando con vigor un trapo con el objetivo de hacer señales hacia un supuesto barco que creen haber avistado en el horizonte. En el lado contrario de la diagonal, se encuentra el estado de ánimo opuesto, pudiendo apreciarse una figura envejecida con gesto desanimado y con total ausencia de esperanza, rodeado de los cadáveres de sus compañeros. 

Este hombre está sosteniendo entre sus brazos a su hijo muerto, y es la única figura que parece mirar al espectador. Representa el drama, la desesperanza que nos mira directamente. Además, el autor le rodea de un manto de llamativo color rojo, con el objetivo de que sea la primera figura a la que prestemos atención al observar la pintura, de manera que el espectador, lo que primero ve es a un viejo totalmente abatido, y ha de seguir las diagonales ascendentes (trazadas por los maderos de la balsa y por los brazos extendidos de los tripulantes) para poder detenerse en la figura antagónica situada en el extremo opuesto, la cual representará la esperanza exaltada y cargada de energía (agita furiosamente un paño tratando de llamar la atención del barco).
 
También hay que destacar la situación de los elementos secundarios de la composición, pues el autor sitúa a esta pequeña balsa atestada de gente entre inmensas olas, y fuerza al espectador a buscar el barco que los náufragos creen haber divisado, pese a que el punto es tan confuso que no puede decirse con seguridad que sea un navío. Así pues, la esperanza se muestra incierta y lejana, y antagónicamente, se muestran unas olas amenazadoras y cercanas, que se distinguen con total claridad, y que vienen a representar la cruda realidad. 

Otro detalle a tener muy en cuenta será el rudimentario velamen de la balsa, pues viene a señalar la dirección del viento, que dicho sea de paso, sopla en contra de la balsa, separándoles del supuesto barco al que hacen señales, es decir, alejándoles de lo que sería su salvación. El simbolismo es claro. La suerte y el azar (dirección del viento) sólo les depara un destino aún más trágico (impedir que salven la vida). Pese a ello, el joven situado en el extremo superior de la pirámide comba su cuerpo en contra del viento, oponiéndosele. En el otro extremo, el anciano está inclinado de manera que parece que ha sido vencido por el viento, y acepta su desastrosa dirección. 


Hay que destacar que como obra modelo del romanticismo, tiene un predominio del color sobre el dibujo. Además, el autor muestra con un realismo macabro la escena, deleitándose en la anatomía resaltada de los náufragos, y componiendo las figuras a base de líneas en zig-zag y espirales. 

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