( En la foto, busto de Cayo
Mario, siete veces cónsul de Roma)
El primer hombre de Roma no era
el mejor hombre, sino el primero entre otros iguales a él en grado y
oportunidades. Y el primer hombre de Roma era algo muchísimo mejor que la
realeza, la autocracia, el despotismo o lo que fuera. El primer hombre de Roma
se aferra a ese título por simple preeminencia, siempre consciente de que el
mundo está lleno de Otros que pueden suplantarle, legal y pacíficamente, al
presentar una mejor clase de preeminencia. Ser el primer hombre de Roma era más
que ser cónsul. Los cónsules llegan y van al ritmo de dos por año, mientras que
en el transcurso de los siglos de existencia de la república romana, sólo un puñado
de hombres han recibido el saludo de primer hombre de Roma.
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