A la muerte de Nerón, los espíritus infernales se disponían
a convertirlo en víbora, por haber matado a la que lo había llevado en su seno,
pero de repente apareció una luz deslumbrante de la cual salió una voz que
ordenó que lo transformaran en una criatura menos repulsiva, un animal que
cantara junto a los lagos y los pantanos.
( Plutarco en "De la tardanza de la divinidad en
castigar")
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